Escaramuzas Olvidadas

Guerra, Bellum, War, Oorlog, Válka, Krig, Milito, Sõda, Digmaan, Guerre, Lagè, Háború, Perang, Wojna, Război, Boйha, Vita, Savaş, Chiến Tranh, Rhyfel, Vojna, Pat, Gwerra, Bojha, Luftë, Müharibə, Sota, Stríð, Cogadh, Guerra.

Todos los animales, sin excepción alguna, viven en una guerra perpetua hasta que mueren. Cada especie que existe nace para ser devorada, o para devorar a otra. Esos son todos los animales, pero hay otro tipo de animal más salvaje aún. Aparentemente los dioses del hombre les han dado el derecho y la razón para rebajarse al nivel de los otros animales para imitarlos, con la crítica diferencia de que la naturaleza -que a pesar de que no le ha dado al hombre un arma para matar a sus congéneres- aparentemente le ha dado el instinto para explotar, tiranizar y subyugar a sus semejantes (antes de matarlos).

Con todo, la guerra homicida no es nada más que una parte de la inepta y desdichada naturaleza del hombre, y que la emplaza constantemente en contra de sus naciones. No hay ni en la historia, ni en la memoria, ni en los libros que se han escrito; en que no haya habido una nación que no haya entrado en guerra con otra. La guerra trae siempre peste, hambre, destrucción, desolación, y más miseria humana en su hambriento y profundo bolso sin fondo.

Este negocio de conveniencia no tiene beneficios limpios, y la parte más pintoresca de esta empresa infernal es que cada jefe y sus desteñidos banderines de guerra son bendecidos aparatosamente por los curas que invocan pomposamente a sus pequeños y ególatras dioses, y les piden buenos augurios antes de ir a ultimar a sus análogos. No sé cómo esto se diferencia del delincuente barbarismo. Y entonces, cada ejército marcha jubiloso al crimen aceptado y admitido, ondeando las banderolitas de sus santos huecos. Así, y con la ayuda de sus fetiches que enarbolan como sus pequeños "dioses"; es como perpetúan la violencia política y la mediocridad humana de sus naciones. Odio pensar que hubiese habido un modelo un poquito mejor cuando fuimos "creados a su imagen y semejanza".

Y por supuesto y como lo ven, habrá siempre un atrevido e insolente orador que levantará impertinente su hostigosa voz, y recitará duras pero verdaderas palabras en contra del látigo y el parricidio de la guerra. A este incauto voceador le tildarán de cobarde, de anti-patriota, y hasta de traidor para poder justificar sus asesinas acciones. Pero la guerra no es acerca de nada de esto, y las palabras de los audaces y honestos oradores que hablan furiosamente en contra de la guerra y perennemente en favor del amor, ese objeto único para el consuelo y salvación de la humanidad, son perseguidos para ser destruídos, y así poder mantener viva esa estulta ira universal que consume a la desesperanzada raza humana mientras los demás "seres humanos" miran indolentes.

Mientras más supersticiosa, creacionista y bárbara es una nación, más se obstina en la guerra, y a pesar de sufrir derrotas o de obtener victorias; más se divide en facciones, en pequeñas facciones; tan pequeñas como sus minúsculas naturalezas. La nación dice que trata de satisfacer sus demandas humanas internas reales, pero las mezcla idióticamente con el absurdismo del creacionismo autoimpuesto; consciente e irresponsablemente, ese fetichismo venenoso intoxicado de ayunado fanatismo sin paralelo que se encuentra embutido en la ignorancia de sus ciudadanos, quienes creen fehacientemente que hacer la guerra les dejará vivir en paz. Pero la guerra nunca cambia, desde que descubrimos el poder asesino de las piedras, nos hemos estado asesinando mutuamente en nombre de los "dioses", de la "libertad", de la "patria", de la "justicia", y de otro montón grande de basura según como venga al caso. La guerra tiene mil nombres como lo expresa el título de este párrafo, pero aún así, la guerra nunca cambia.

El Combate de La Rinconada de Ate
Las desdibujadas acciones bélicas del Combate de La Rinconada de Ate, la más aciaga y agotadora etapa nacional de la Guerra del Pacífico, ocurrió el polvoriento día del 9 de Enero de 1881 en la localidad de La Molina, Perú; durante los últimos estertores de la Campaña de Lima que estuvo desde sus principios empapada con la abundante sangre de los valientes de ambos lados.

Concluídas las sangrientas batallas del Alto de la Alianza (Batalla de Tacna) el 26 de Mayo de 1880, y la de Arica, el 7 de Junio de 1880, siendo éstas las acciones bélico-militares más notables de la Campaña de Tacna y Arica; mutuamente los respectivos gobiernos combatientes del Estado Plurinacional de Bolivia, la República del Perú, y la Gloriosa República de Chile; con la infaltable y odiosa intromisión gringa, entablaron una de las más estériles y malhadadas conversaciones iniciales de que se tiene historia, con el objeto de finalizar la guerra. Estas "conversaciones" fueron efectuadas en el puerto de Arica.

Mientras esto ocurría, y a manera de presionar por un pronto desenlace de las hostilidades; desde Arica se despachó la Expedición Lynch, una célebre operación castrense con el objetivo principal de destruír las haciendas azucareras de caña que auxiliaban con capital financiero al Perú. Esta expedición táctica estaba al mando del Capitán de Navío Don Patricio Javier de los Dolores Lynch Solo de Zaldívar, quien también fué Vicealmirante de la Armada de Chile, General en Jefe del Ejército de ocupación del Perú y Ministro Plenipotenciario de Chile en España; nacido en Santiago de Chile el claro día del 1° de Diciembre de 1824, y quién sirvió durante su brillante carrera militar y con Distinguidos Honores en las Fuerzas Armadas Chilenas por un largo y heroico período de 46 años.

Esta brillante, larga y difícil campaña le granjeó a Patricio Lynch las siguientes preciadas condecoraciones:
• Campaña al Perú y Bolivia de Oro
• Medalla de la Campaña de Lima de Oro
• Medalla Campaña de la Sierra
• Y el apodo "El Príncipe Rojo"

Y a pesar de que no hubo ningún rincón del territorio peruano que no haya sentido la apremiante repercusión de la recia mano y la firme planta de Lynch; fué en las localidades del sur peruano, en la ciudad de Lima y en la región a la que los peruanos llaman "el Ande", los lugares donde se desencadenaron los hechos más ensangrentados y violentos de la campaña.

Preparaciones Previas
Para atacar la ciudad de Lima, la Comandancia chilena tenía tres alternativas para elegir el más estratégico punto de desembarque. Estos puntos eran tres puertos peruanos que ofrecían las mejores posibilidades tácticas: los puertos de Ancón, El Callao, y Chilca. El Mando Militar chileno se decide por el puerto de Chilca, que está situado a unos 70 kilómetros al suroeste de Lima. Esta elección estratégica obedeció a que esa región estaba menos protegida debido a una escasa y mal armada presencia militar peruana.

Como parte de la "decepción", una estratagema muy común usada en las guerras -y una forma de actuar enraizada profundamente en las naturalezas humanas nuestras, guerra o nó- el día 5 de Enero, días antes de las contiendas de San Juan y Miraflores, las unidades navales de la escuadra chilena, la Corbeta O’Higgins acompañada por los transportes Toltén y Santa Lucía, cañoneó al pequeño puerto de Ancón para dar la impresión de un preludio de inminente desembarco. Más tarde, los Estados Unidos y sus aliados le copiarían este estilo a los chilenos el 6 de Junio de 1944 durante las conjuntas acciones de decepción utilizadas para distraer la atención de los Nazis del objetivo final del Desembarco en Normandía. Los Aliados a esta estratagema la iban a bautizar "La Chilena", pero terminaron llamándola D-Day. ¿Qué cosas, no?

Con el fin de asegurarse de que el puerto de Chilca no ofrecería resistencia al desembarco, el General en Jefe del Ejército chileno ordenó que la división de Villagrán (nombrada así en honor el Jefe del Estado Mayor General del ejército, Don José Antonio Villagrán Correas) que estaba en la ciudad de Pisco, situada a unos 290 kilómetros al sudeste de la ciudad de Lima y a orillas del Océano Pacífico; que se dirigiese por la ruta terrestre con su caballería y sus baterías de montaña a limpiar el terreno. En la noche del 13 de Diciembre la división completa marchó hacia el distrito de Tambo de Mora, donde llegó a la mañana siguiente a cumplir su cometido.

Una vez que el sitio de desembarco estaba asegurado, las fuerzas chilenas ejecutaron un rápido y ordenado desembarque sin oposición en el puerto de Chilca y en la playa Curayacu, desde donde se prepararon para iniciar el avance hacia la ciudad de Lima. Los primeros contingentes en emprender la marcha expedicionaria hacia el norte desde Chilca, fueron dos brigadas al mando de Patricio Lynch. En su avance hacia Lima, Patricio Lynch se tropezó con las plantaciones de caña azucarera ubicadas en la circunscripción de Cerro Azul, una localidad pesquera situada a unos 130 kilómetros al sur de Lima. Allí encontró una gran cantidad de ciudadanos chinos a quienes los hacendados peruanos tenían trabajando en las plantaciones en condiciones de esclavitud. Lynch inmediatamente liberó a los esclavos chinos, quienes le bautizaron como "El Príncipe Rojo"(1). El conocimiento del idioma chino de Patricio Lynch obtenido durante sus servicios en la campaña en China, donde tomó parte en numerosos combates, incluyendo los asaltos de Cantón, Amoy, Chusán y Ningpoo; le permitió reclutarlos como fuerzas auxiliares del ejército chileno. Los chinos agradecidos por su liberación, acordaron engrosar las filas chilenas y avanzar hacia Lurín con sus máscaras de combate, con sus banderas de dragones rabiosos, y blandiendo furiosamente sus afilados Guan Daos.

(1) El Príncipe Rojo fué el heredero del trono de Yan, la "Tierra de las Golondrinas" durante los últimos días del reinado de Lu Buwei, en Qin, China. El Príncipe Rojo fué uno de los más antiguos y cercanos amigos de Quin Shi Huang, que usaba el nombre de Ying Zheng, Rey del Estado de Qin desde el año 246 al año 226 AC durante la Era de los Estados Warring.

El 23 de Diciembre de 1880 el contingente de la Brigada Gana(2) se puso en marcha para finalmente entrar a Lurín en la tardecita de aquel día. Como no encontraron resistencia por parte de las fuerzas peruanas, los soldados se tomaron tranquilamente una chupilca y un matecito con aguardiente para celebrar. Esta entrada a Lurín sin resistencia fué providencial para las fuerzas chilenas ya que les daba acceso a preciosa agua, sin la cual la correría podría haber puesto en serio y crítico peligro de muerte al contingente chileno completo.

(2) El Regimiento Séptimo de Línea estaba encuadrado en la Brigada Gana; y compuesta por los Regimientos "Esmeralda", "Buín", y "Chillán".

La Defensa
La defensa de La Rinconada consignaba a la acreditada columna Pachacámac al mando del Coronel Don Manuel Miranda quien era un hacendado de la zona; a un pelotón armado llamado Compañía Guerrillera al mando del Coronel Don Francisco Vargas; y a los hombres de la Primera Brigada de Caballería al mando del Teniente Coronel Don Gumercindo Herrada.

En la retaguardia, en el Cerro de Vásquez, estaba emplazado el Batallón de Artillería de Montaña con algunas piezas de grueso calibre. Además, se contaba con una trinchera defensiva que se desdoblaba en un elegante zigzag a unos 100 metros de la casona del hacendado Melgarejo, la que cerraba el paso y el acceso al valle de Ate. Esta trinchera defensiva estaba flanqueada a ambos lados de su terraplén por unos altos promontorios donde se instalaría la artillería. Este foso defensivo consistía de una zanja de dos metros de ancho por uno y medio de profundidad con un parapeto de maciza y compacta roca de cantera.

El diestro Coronel Vargas solicitó repetidamente y con tiempo, como consta en los numerosos telegramas que despachó al Estado Mayor Peruano, requiriendo urgentemente artillería, aparatos eléctricos para desplazar "bombas automáticas" (minas antipersonal), alambres, peones de construcción con herramientas, y soldados de Línea. Nunca se supo si estas petitorias por pertrechos fueron desestimadas, ignoradas, o no llegaron a tiempo; el hecho es que el Coronel Don Manuel Miranda no recibió nada de lo pedido, y tuvo que enfrentarse a las fuerzas chilenas con lo que tenía a mano, lo que lo dejaba en condiciones de desventaja tremendos.

Vargas tuvo pronta notificación de sus exploradores de la inminente llegada de la división enemiga unas dos horas antes de que se trabase el combate esa palpitante y nerviosa mañana alrededor de las 7 AM. Poco antes del combate, las detonaciones de algunas "bombas automáticas" que precedían los suelos de combate, confirmaron la llegada de los chilenos.

Órdenes de Batalla
En la localidad peruana conocida como la Rinconada de Ate, se encontraba parapetado el heroico Jefe Superior Militar, el Coronel peruano Don Mariano Vargas desde el día 4 de Enero de 1881, con una fuerza de unos 340 soldados de línea (después de que los indios piuranos le dejaran botado y abandonado a su suerte), y además compuesta por hacendados y pobladores de la zona, quienes estaban armados con anticuados rifles franceses Minié, y algunas piezas de artillería. También contaba con la columna Pachacámac, bajo la jefatura del Coronel Don Manuel Miranda, quien era un hacendado de la zona incorporado a la defensa para esta ocasión. Manuel Miranda también contaba con alrededor de 170 tropas de infantería cívica, armados con viejos rifles Minié; con un pelotón de caballería de alrededor de 40 tropas llamado "Compañía Guerrillera". Esta Compañía estaba bajo el mando del Mayor Don Francisco Vergas, y además contaba con otros 100 hombres a pié de la Primera Brigada de Caballería al mando del Teniente Coronel Don Gurmecindo Herrada, y 50 jinetes montados de la Tercera Brigada de Caballería. La retaguardia estaba constituída por la batería del Cerro de Vásquez con varios cañones de grueso calibre. A unos 100 metros de la casa hacienda de La Rinconada, se estableció una línea defensiva que cerraba el acceso al valle de Ate. El Coronel Mariano Vargas instaló su artillería en la cima del cerro Vásquez y minó profusamente los alrededores de la zona defensiva.

El 9 de Enero del año de 1881, la división chilena bajo el mando del General chillanejo Don Orozimbo Barbosa Puga llegó a Musa, en La Planicie (Pampa Grande), casi a las puertas de Lima; después de una larga marcha forzada por los escabrosos pasos de la Quebrada de Manchay. Esta marcha de las tropas chilenas se originó desde el sitio arqueológico de Pachacámac, cerca del río Lurín, con un contingente de alrededor de unos 1.800 soldados, armados con fusiles "Gras" también de fabricación francesa y más modernos que el armamento peruano. La escena estaba preparada, y los hombres también. La cuenta de los soldados varía: los peruanos dicen que los chilenos tenían más de 3.500 hombres con armamento moderno, y que los peruanos eran apenas 120 hacendados armados con toros.

Las Fuerzas Opuestas del Conflicto:

Chile
• Seis compañías del Regimiento Reforzado 3° de Línea "Yungay".
• Una compañía montada del Regimiento de Infantería 1° de Línea "Buín".
• Un batallón* del Regimiento Reforzado 22° de Línea "Lautaro".
• Cien jinetes del Regimiento de Caballería 1° de Línea "Granaderos" del General Manuel Bulnes Prieto.
• Cuatro Baterías de Montaña Krupp fabricadas por la Gusstahlafabrik de Alemania con 60mm. de calibre, modelo 1872.
• Un perro proletario flaco y medio sarnoso que le faltaba la mitad de la cola.

Perú
• El Batallón Pachacámac con 250 Soldados de Línea.
• Un batallón de hacendados reservistas de alrededor de 340 hombres.
• Un contingente de más de 600 indígenas piuranos, los que previo a que se desatara la batalla y a la vista de las tropas chilenas; huyeron más apurados que una ambulancia dejando al valiente y estoico contingente peruano abandonado a la superioridad numérica de las tropas chilenas, y a merced del privilegiado poderío bélico chileno.
• Más de 300 toros bravos de lidia que se caracterizaban por unos instintos patrimoniales de una ferocidad barbárica y de un ataque temperamentalmente asesino, características a las que se las resume en la amplia palabra "bravura". Entre sus amedrentantes atributos físicos se contaban unos enormes cuernos afilados que apuntan hacia delante, y un potente aparato locomotor muscular muy superior y muchísimo más poderoso que el de los otros especímenes de Bos Taurus que todos conocemos. Entre éstos estaba el "Toro Enamora'o de la Luna".
• Un Guanaco (Lama Guanicoe, del Quechua: Wanaku) con una Hemoglobina fuera de control que andaba perdido.

* Un Batallón es una unidad militar de entre 300 a 1,200 soldados de Línea que consiste entre 2 y 7 Compañías. Un Batallón es normalmente comandado por un Teniente Coronel o un Coronel. Varios Batallones se agrupan para formar un Regimiento o una Brigada.

El Combate
Con el intención de sondear las vías de acceso que conducían a Lima, las avanzadas chilenas se aventuran por los mil caminos que habían sido bordados en los cerros por las ancestrales y guerreras pisadas de los hombres del Inca. En una de estas incursiones, el día 9 de Enero de 1881, una de estas patrullas chilenas de avanzada se internó por los recovecos del camino Pachacámac-Manchay-La Molina (hoy Lima Metropolitana). Al terminar de subir por la Quebrada de La Rinconada la División del General chileno Orozimbo Barbosa Puga llegó a Pampa Grande (hoy Musa y La Planicie) donde se encontró con un destacamento de tropas peruanas, y entonces se enfrentó con un pequeño contingente de los hombres del Coronel Mariano Vargas en esta olvidada escaramuza de La Rinconada de Ate.

Cuando Barboza pidió voluntarios para ir a ver si habían minas frente a las posiciones peruanas, un montón de soldados chilenos levantaron sus manos agitadamente, pero después de averiguar con desengaño de que Barboza hablaba de "minas militares antipersonal", el General se quedó sin voluntarios, así que haciendo uso de su autoridad, despachó a los jinetes del "Granaderos"; "Mensaje a García"(3), a determinar si existían estas famosas minitas. Después de echar un cuidadoso vistazo, los "Granaderos" rápidamente volvieron a la retaguardia a entregar el informe de que la ruta de ataque se encontraba despejada de minas antipersonal, por lo menos en esta ruta.

(3) Esta expresión nació mucho después, pero ha sido adoptada por todos los ejércitos del planeta. En 1895, con las tensiones a punto de estallar entre los Estados Unidos y España la cual gobernaba Cuba en ese entonces, el Presidente William McKinley (USA) quiso establecer un contacto estratégico de mucho valor táctico con los rebeldes cubanos, quienes podrían convertirse en un valioso aliado en caso una inminente guerra con España. McKinley le ordenó al Coronel Arthur L. Wagner de que enviara un Oficial a hacer el contacto con el General cubano Calixto García e Iñíguez, caudillo de los rebeldes cubanos, y le entregara un mensaje en una carta. Se sospechaba que García estaba escondido en la selva de las montañas cubanas, pero nadie sabía a ciencia cierta de su paradero exacto ni se tenía la más peregrina idea de dónde comenzar a buscarlo. Era imposible toda comunicación con García, ni telegráfica ni por correo, ni a lomo de mula. Wagner entonces despachó al Capitán Andrew Rowan, el que se infiltró en Cuba vía Jamaica para rastrear a García. El Capitán Rowan después de muchos esfuerzos y sinsabores, encontró al escurridizo García escondido en las montañas de Oriente, y finalmente estableció contacto. La frase "Mensaje a García" tiene un significado y un sentido militar muy valioso de obediencia y resolución, porque a pesar de que al Capitán Rowan lo enviaron a perseguir un fantasma, Rowan tomó la carta y nunca preguntó: ¿Dónde está García?


Barboza estudiando los imprecisos mapas con que contaba de la zona en que estaba, resolvió despachar como cabeza de columna a la Compañía del 1° de Línea "Buín" en una misión de reconocimiento y avance. El objetivo de esta columna era el asalto de una estratégica quebrada ubicada entre los cerros que rodeaban las posiciones peruanas. Una vez que se realizó el asalto sin ninguna resistencia por la ausencia de soldados peruanos, emplazaron dos piezas de artillería de montaña Krupp con el objeto de apoyar a la infantería y a tres Compañías del 3° de Línea, las que avanzarían a tomarse los cerros que flanqueaban las posiciones peruanas, a las cuales debían atacar los efectivos del "Buín". Manteniendo el resto de las tropas en reserva, las fuerzas destacadas para la operación entraron en combate avanzando contra las posiciones peruanas usando la táctica "Fuego en Avance"(4).

(4) La táctica de "fuego en avance" consiste en la formación de dos líneas consecutivas de fusileros, una al frente de la otra. La primera fila rodilla en tierra descarga sus armas hacia el enemigo; después de que la descarga se efectúa, la línea completa se arroja al suelo y recarga sus armas si es necesario; mientras que la segunda línea de fuego avanza unos metros en frente de la primera y rodilla en suelo, repite la misma operación. Esto ocurre sucesivamente hasta que las líneas alcanzan las posiciones enemigas. Contrario a la creencia popular, esta táctica no la inventó el Conde P'atrás P'adelante.*

* El chileno Gilberto Guzmán (1931-2011) inició su brillante carrera artística en el teatro de revistas, desde donde pasó al radio drama o radioteatro el que depende del diálogo, de la música y de los efectos de sonido para ayudarle al radio oyente a imaginarse el drama o la historieta. Gilberto Guzmán se incorporó al elenco de los programas "La bandita de Firulete", "Residencial La Pichanga" (donde se destacó su personaje "El Conde P'atrás P'adelante", quien era el personaje aseador de la residencial), y "Hogar, Dulce Hogar"; programas transmitidos por la Radio Portales entre los límpidos años de 1960 y 1970.


Rápidamente y sin bajas serias las tropas chilenas desalojan las trincheras defensivas, para seguir adelante y unirse a la Compañía del "Buín" y a las Compañías del 3° de Línea en el llano; entonces con el camino ahora despejado, Barboza hace avanzar a sus reservas desde la retaguardia a estacionarse en los faldeos de los cerros recientemente desalojados. Mientras se desenvolvían esta maniobras bélicas en medio de la gritería y las órdenes, sorpresiva y repentinamente hicieron su aparición en escena los refuerzos de la caballería peruana; la Brigada de Caballería del Comandante peruano Don Millán Murga, la que concurrió a las fuerzas peruanas durante la última media hora del combate, los que se lanzaron a todo galope en contra las sorprendidas huestes chilenas con el propósito de salvaguardar el repliegue de la infantería peruana, y darles tiempo de reagruparse y presentar combate otra vez.

Una de las compañías del 3° de Línea reacciona y abre fuego sobre la osada y valiente caballería peruana, pero el comandante chileno a cargo de la compañía vacila y titubea sobre el preciso momento de atacar a los jinetes peruanos que causaban estragos entre las fuerzas chilenas. Al percatarse de esta irresolución de mando, con gran iniciativa y prontitud el Alférez (Subteniente) Vivanco de la Compañía Montada del 1° de Línea "Granaderos", ordena al corneta de su compañía que emita el "Toque a Degüello", y sus hombres en sus magníficas bestias equinas iniciaron una de aquellas afamadas "Cargas del Infierno".

Con gran destreza y pericia, los jinetes chilenos desbandaron a la caballería peruana y acto seguido arremetieron en contra de las tropas peruanas que se replegaban ordenadamente bajo la protección de su artillería. Este asalto causó estragos y muchas bajas entre los peruanos que abandonan temporalmente el combate retrayéndose a una posición de defensa más protegida entre el fragor de los balazos, el reflejo de los sables, y los toques de "Retirada" y "Toque a Degüello". Esta decisiva y fulminante acción le granjeó al Alférez Vivanco su ascenso a Teniente. Del otro gil indeciso, el que fué degradado a soldado; nunca más se supo...

Los chilenos sufrieron la merma de diez heridos y la muerte de un soldado de Línea. Las bajas del contingente peruano; a pesar de no estar comprobadas y su número varía de historiador a historiador porque según la nacionalidad de éstos, cada uno mira solo la valentía de los soldados de su gracia y favor; pueden fijarse alrededor de una veintena, caídos en su mayoría en la retirada durante la carga de Vivanco. Ese ancestral suelo Inca quedó saturado con la valentía y el heroísmo de los soberbios soldados de ambos bandos contendientes. Después de haber terminado la batalla, Barboza toca a retiro, y las fuerzas chilenas se repliegan a su campamento, terminando así este triste episodio entre los "hermanos latinoamericanos".

Los Ganadores
Ganadores, no vencedores... ...?

Pedazos de Folklore
Se cuenta en el inmodesto folklore guerrero de la época de que en el momento en que los soldados peruanos eran arrollados por los chilenos durante la batalla, el Coronel Temporal Miranda hizo soltar a sus 300 y tantos furiosos toros de lidia, únicos en el Perú en ese entonces, en una rabiosa estampida en contra de los chilenos atacantes. Los toros de lidia en su desbande, arremetieron furibundamente en contra de los chilenos de la brigada Barbosa (los toros reconocieron a los chilenos por el uniforme), pero los impertérritos chilenos después de un pequeño festival de balazos, los convirtieron en "bistecs" y se los comieron en una parrillada con "chicha" en su campamento de Lurín después de la batalla.

Otra pieza de folklore cuenta que durante la batalla, había un mocito Inca de corta edad pero más valiente que un domador de suegras; y que durante el combate corría entre los arbustos y la trinchera armado con una honda y una bolsita llena de piedras redondas de cantera incaica, disparándoles sus proyectiles a las fuerzas chilenas atacantes. Se movía con tanta prestancia, velocidad y destreza lanzándole piedrazos con su honda a los soldados chilenos, que éstos no lo podían distinguir entre el movimiento del combate. Los hondazos eran tan certeros y precisos que cada tiro les daba en la cabeza a los soldados chilenos haciéndoles volar el Quepís una quincena de metros antes de caer a tierra, mientras que la cariñosa piedrita le fundaba al infortunado recipiente de tan arcaica galga en la cabeza, un chichón más grande que la deuda externa.

Quizá usted no sabía casi nada de esto. Así es como los hechos tales como El Combate de La Rinconada de Ate se han sumido en las profundas y polvorientas trincheras del olvido de las frágiles memorias humanas. En esta batalla, quedó de manifiesto la valentía peruana construída con una resistencia improvisada y menguada la que libró resistencia en contra de su enemigo hace ya 131 años atrás, el día 9 de Enero de 1881 tratando de detener la entrada de las fuerzas chilenas a Lima por ese flanco con un escaso y valiente contingente al mando del Coronel Don Mariano Vásquez. La heroicidad y valentía de los chilenos no fué menor, solo opuesta...

Nunca se supo lo que le pasó al perro del contingente chileno ni al guanaco de las filas peruanas. El único toro que sobrevivió la batalla y que se la perdió por estar "lachando" (expresión coloquial chilena que significa "enamorando") con la luna en un charco cerca del campo de batalla; se rehusó a hablar. Que En Paz Descansen.

Aparte del humor forzado en estos hechos patéticos, les ofrezco un par de cartas que un soldado chileno y un soldado peruano escribieron independientemente antes de entrar en batalla:

Carta de un soldado chileno

Querida Hermana,

Hace bastante tiempo que no te escribía, pero te aseguro de que he pensado mucho en tí durante estos largos silencios. Sé que cuando uno espera por cartas que no llegan, se sufre por ellas con una intranquilidad ensordecedora. No es que no haya querido escribirte, pero es que no es una cosa simple el escribir sobre la guerra, especialmente de una guerra como ésta. También te escribo porque me siento solo. Es difícil hacer amigos aquí para después verlos morir despedazados en combate. Para mí es mejor no hacer amigos, aunque me sienta solo.

He leído lo que reportan los diarios en Santiago acerca de la guerra, y sé que tú lees aquellos reportajes, pero quiero decirte que esas crónicas de bufete generalmente tienen su desorientado origen en la falta de habilidad de los reporteros que no entienden ni sienten la guerra. No la han respirado, no la han sudado, ni han visto caer a sus amigos con una enorme mirada de asombro e incomprensión en medio de un claro charco de sangre, mientras una bala les arranca la vida a borbotones del pecho.

Mientras más vivo esta guerra, más se agranda mi desesperación de ver que es imposible que otros la comprendan, otros como aquellos que entienden la vida solo en tiempos de paz, lejos del frente, sin ver sangre ni sufrimiento; y que publican sus opiniones sin saber de lo que están hablando. Solo creen que la entienden. Hablan como un pescado, que sin salir nunca del agua; habla con un claro entendimiento de cómo es la vida de un pájaro.

Sí, hermanita, ésta es la guerra. Mientras más aprendes de ella y mientras más la vives, más difícil es hablar de ella; no porque uno la entienda menos cada día, sino porque uno la comprende mejor. La guerra a pesar de ser tan bulliciosa, es una maestra que enseña en silencio, en el silencio de nuestras almas que se parapeta en el miedo de nuestros corazones, y porque nosotros aprendemos de ella, es porque nos ponemos silenciosos también. Así que no te preocupes cuando no te escribo porque siempre estoy pensando en tí.

Mañana avanzaremos hacia las posiciones peruanas. No estoy asustado ni nervioso, sino mas bien siento una gran paz interna que me invade esta noche, la que sé que estallará en mil pedazos mañana temprano, con el primer toque de asalto.

Te envío un beso. Tu hermano,

Juan Arguello P.
Cabo 1°
3° de Línea "Yungay"
Frente de Batalla.


Carta de un soldado peruano.

Amada esposa,

Te estoy escribiendo porque finalmente tengo un momento de respiro en que siento que puedo escribirte, antes de que el enemigo descienda sobre mí y sobre los nuestros. Me siento culpable de no escribirte más seguido, pero por mucho tiempo ahora, el enemigo nos ha estado atacando implacablemente. Ésta campaña ha sido la más dura de mi vida, especialmente porque estoy tan lejos de tí. Lo único que quiero es volver a casa y estar a tu lado otra vez, y poder abrazar y besar a nuestro hijito y a nuestra hijita. Nunca he añorado más a nuestra querida tierra allá en Ucayali.

Pero sé que esta guerra es necesaria, chinita de mi vida; y esta lucha representa los momentos cuando me siento más lejos de tí. Ya se me olvidó para qué peleamos, y lo único que me importa es volver a tu lado. Todo lo que veo aquí es la suciedad de mi rostro, la sangre ajena en mis manos, y los fusiles del enemigo apuntándome. Y hago lo que me ordenan: apunto y aprieto el gatillo. Éstos son los momentos que nunca podré entender. Pero los milagros existen.

Mientras luchábamos y cuando nuestra situación era desesperada y perdida, el enemigo comenzó repentinamente a retirarse sin ninguna razón aparente, y no a causa de nuestra determinación obstinada de seguir luchando. Fué un momento glorioso, no porque el enemigo se retiró, sino porque mis compañeros y yo bailamos de alegría, y por primera vez, nos percatamos de que los rayos del sol nos alumbraban y se vertían sobre el campo. Y hasta pensé que la guerra se había acabado... pero bien sabía yo que aún había incontables enemigos que me rodeaban.

Tengo que seguir luchando por una razón que ya no comprendo, pero de algún modo creo que le debo esto a nuestro país. El enemigo se ha retirado momentáneamente, pero no se ha entregado ni se ha rendido. Tampoco ha retrocedido y mientras los observamos, ellos se están reagrupando. El sol sigue alumbrando el campo, pero sé que el cielo se oscurecerá pronto otra vez, pero enfrentaré al enemigo pensando en el momento en que podremos mirarnos a la cara otra vez, y abrazarnos fundidos en nuestro amor, puro como las miradas de nuestros hijos.

Tu esposo,

Manko Huamán
Soldado de Línea
Batallón Pachacámac
La Rinconada


Como conclusión (si es que el término "conclusión" se lograse usar aquí en una forma cuerda e inteligente), se puede deducir sin lugar a dudas que en las guerras, cualquiera que ésta sea; no se determina quién gana, sino quién queda y cómo queda para administrar ese gran saco de rencores y venganzas por cobrar alimentadas por penas infinitas, y sostenidas implacablemente por dolores indecibles y odios inmortales. Nosotros, los "hermanos latinoamericanos" nos parecemos más a los hermanos aquellos (Caín y Abel) que se asesinan entre ellos por motivos banales, temporales y sin peso. ¡Vaya el amor de "hermanos" que nos tenemos entre nosotros! Con un "amor" de este calibre somos más peligrosos que un argentino haciendo mapas.
¿Qué cosas, no? ¿Qué cosas, no?

The Sincipitus Porcus
El Loco