El Arbolito

Las altas montañas siempre me han susurrado al oído con un llamado de añoranza letárgico y soporífero.  Me invitan a pisar sus suaves declives y sus ariscas laderas y a escalar sus secos pináculos y sus nevadas cúspides, hermosas y silentes cumbres como las del Volcán Tacora.

Desde que fuí capaz de arrastrar mis "bototos" sin tropezarme mucho, escalé los vértices de los muchos declives y pináculos de Los Andes (o la Cordillera de Chile), y caminé también algunos macizos y otros grandes altozanos en otros lugares.  Una vez escalé el volcán Téyotl en Puebla, Mexico.  El Téyotl es el segmento más antiguo del volcán durmiente Ixtaccíhuatl (al norte del Popocatépetl) el que tiene su cumbre lamentosamente erosionada.  Estando en Mexico, también tuve la oportunidad de subir el Nevado de Colima en el Estado de Jalisco.  La cima de este gigante se encuentra cubierta por nieve durante casi todo el año, pero sus invitantes laderas se visten con florestas de pino, oyamel o abeto, y de encinos.  Cuando digo "escalar", no siempre llegué a las cumbres de dichos colosos, sino que acaricié sus faldas, respiré sus brisas, y caminé sus huellas hasta donde pude.

Pero no todos los titánicos gigantes son jayanes montañas, o apoteósicos volcanes.  En este escrito quiero hablarles de un titán de naturaleza diferente y prodigiosa, de un titán tranquilo y reposado con una vida taciturna como el llamado de las montanas; de un gentil titán como ningún otro en este planeta. 

Por uno de esos nefandos azares del destino, me encontraba en un viaje de negocios en California, USA, y mis transacciones se realizaron muchísimo más rápido de lo esperado; así que me quedaron unos días libres los que utilicé en una invitación impromptu de uno de mis asociados que vive en la región.  Me invitó a conocer el Parque Nacional Sequoia, localizado hacia el sur de Sierra Nevada que es una cadena de montañas repartida entre los Estados de California y Nevada.  La cordillera de Sierra Nevada se encuentra ubicada entre el Valle Central y la Provincia Basin y Range.  Ésta era una invitación que no podía dejar pasar, y con la cual; mi sed de explorador se vería templada profundamente.

El coloso que conocí se llama "Presidente", nombre que le fué otorgado hace aproximadamente unos 90 años por unos sensibles admiradores humanos.  Este nombre no es un "apodo", sino un Nombre.  Este inmenso y magno coloso es un árbol; una Sequoia Gigante, conocido también como Sequoia Gigantesca, Secoya Gigante, Secoya Sierra, o Secoya Wellingtonia; de la especie Sequoiadendron Giganteum, una pinopsida miembro de la familia Cupressaceae.  ¿Qué cosas, no?

Cuando llegué a sus pies, estaba tan emocionado que me quedé pasmado como cuando Perseo vió por primera vez a Medusa; y así me quedé ensimismado y con la boca abierta por unos largos minutos admirando este apacible titán que no me cabía en los ojos.  Después de unos momentos, miré a mi amigo que me observaba complaciente con una amplia sonrisa dibujada a través de su cara, y me dijo antes de que yo pudiese pronunciar una sola palabra: "Eso les pasa a todos aquellos que ven al Presidente por primera vez".  No sabía que contestarle, así que me limité a hacer una callada observación: "¡Menos mal que no hay mosquitos aquí, de otra forma ya me hubiese tragado una docena!".  Mi amigo me contestó con una sonrisa aún más amplia.  Cerré la boca.

La corteza de esos árboles es resistente a los políticos, a los abogados, y a los curas; perdón, quise decir fuego, termitas y moho.  El Presidente vestía una seca corteza resistente al fuego de un color de arcilla oxidada, de color greda rojiza oscura.  Su corteza era gruesa, suave y plisada de enormes y profundas arrugas, secas al tacto, y que parecían acariciar a las manos que las sentían.  El Presidente no se puede apreciar de cerca.  Su base tiene 27 metros de diámetro, y tratar de verlo entero desde esta posición es imposible.  Parado a sus pies, su copa superior no se puede entrever; no obstante, su tamaño es latente.

Dicen las malas lenguas que el Presidente no es el árbol más alto del planeta, dicen que aquel que sustenta este título es un Eucalyptus Regnans de Australia llamado "El Grande"; un primo "cachetón" de nuestra Jubaea Chilensis.  Pero este arbolito ("El Grande") no es masivo como lo es nuestro Presidente; ése es flaquito y tiene menos hojas.  Dicen que el Presidente tiene casi dos mil millones de hojas, y crece y se fortalece agregándose más madera.  Y crece despacito, como crece la esperanza.   Crece unos 2.1 cm. al año.  Lento como las reformas sociales.  Estos arbolitos son muy viejos.  Viven como 3.500 años.  Son más viejos que las artimañas políticas...  pero estos árboles son buenos y honestos.

Caminé alrededor del Presidente; a veces mirando hacia arriba para tratar de ver su copa, otras; mirando la amable corteza de su colosal tronco, y de vez en cuando, miraba al suelo para no tropezar y caerme y dejar un "souvenir" de dientes en el parque.  Mientras lo circundaba, lo abracé varias veces, lo olí, lo acaricié.  Hice esto porque no sabía si lo volvería a ver otra vez, tal como no pude ver una vez más a mi Abuelito Víctor.

Me pasé casi toda la tarde dando vueltas alrededor del árbol sin poder saciar cabalmente mi admiración.  A cada paso y en cada mirada había algo nuevo que descubrir en su gigantesco tronco.  Antes de irnos, me paré una vez más enfrente del árbol.  Lo miré cuidadosamente y en detalle.  Estuve haciendo esto por casi cuarenta minutos mientras mi compañero de viaje me esperaba pacientemente.  Me sentía insignificante pero cómodo al lado de este grandioso y estupendo árbol.  Pude ver grandes nudillos en sus muchas ramas las que se esforzaban por alcanzar el cielo.  Escrudiñé las ramas bajas y las altas, noté los diferentes matices de colores en sus ramas y sus hojas; encontré unas pocas "piñas" escondidas que apenas se dejaban ver entre el ramaje.  Creí escuchar el flujo de savia que viajaba afanosamente desde sus raíces hacia arriba, pasando por el tronco, y finalmente repartiéndose eficientemente entre sus ramas, hojas y frutos.  Creí oír.  Creí escuchar el ruido de la vida en acción.  Esa tarde regresamos del parque conversando animadamente acerca de este noble gigante y de nuestras profundas impresiones de él.     

Pausa

Como ustedes habrán notado, me gusta hacer pausas mientras escribo.  Esta es una Pausa Menor, y no una Menopausia literaria.  Una de las razones por lo que las hago, es para no aburrir a mi lector con una misma trama de un solo trago.  Ahora, como estamos hablando de árboles, quisiera darles algunos datos interesantes acerca de los arbolitos.

Para comenzar, en las ciencias botánicas la definición general de un árbol es que es una planta con un tallo alargado, o tronco, hojas o ramas.   Para algunos usos, la definición de un árbol puede ser más precisa, incluyendo solamente a aquellas plantas leñosas las que solamente son utilizables como una fuente de madera; y solamente aquellas plantas por encima de una altura específica; o que pertenecen solamente a especies perennes.  En una definición más amplia, los árboles incluyen palmas, helechos arborescentes, plátanos y bambú.  El árbol de piedra que se encuentra en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa en la provincia de Sur Lípez, en Bolivia; no es un árbol!

Curiosamente y poco sabido, los árboles son los organismos más antiguos vivientes del planeta y uno de los recursos naturales más grandes del orbe.  Estos maravillosos y trabajadores organismos nos ayudan a mantener nuestro suministro de aire puro, reducen la contaminación acústica, mejoran la calidad del agua, ayudan a proteger la tierra de la erosión, proporcionan deliciosos alimentos en forma de frutas, nos proporcionas una gran cantidad de material de construcción, crean sombra, y encima de todo esto; adornan nuestros paisajes de una forma agradable y preciosa.  

Como usted puede ver, estas miríficas especies no tienen absolutamente nada que ver con los políticos nefandos y coprolitas intelectuales de nuestra era; aquellas formas de vida de mentalidad abásica y con marginales y secundarios valores morales que dejan de manifiesto sus hadalpelágicos niveles de bajeza.  ¿Sabía usted de que el Demonio vive en el Vaticano?  Es un cura que es abogado y que se dedica a la política.

Aquí hay algunas estadísticas bastante acertadas y correctas sobre este ciudadano global, y el más antiguo de nuestro acongojado planeta: ¡el árbol!

·         Los arbustos y los árboles bien mantenidos normalmente pueden aumentar la plusvalía de una propiedad hasta en un 14%.

·         Árboles plantados correctamente y estratégicamente próximos a los edificios pueden reducir las demandas de aire acondicionado hasta en un 30%.

·         Un árbol maduro elimina casi 70 veces más contaminación que un árbol recién plantado.  (Y dicen que los viejos no servimos, ¿Qué cosas, no?)

·         Un árbol sano puede tener un valor de hasta $10,000.

·         En USA se ha calculado que la sombra y la protección contra el viento proporcionada por los árboles, reduce los costos de calefacción y refrigeración en alrededor de 2,000 millones de dólares anuales.

·         Cada arbolito de mediano tamaño suministra un ahorro de aproximadamente 7 dólares en beneficios ambientales cada año, incluyendo conservación de energía y reducción de contaminación.

·         Un árbol solito y sin ayuda produce aproximadamente 120 kilos de oxígeno anualmente.  Si usted tiene dos árboles maduros en su propiedad, éstos pueden producir suficiente oxígeno cada año para mantener una familia de cuatro personas.

·         También en USA, el agua originada desde los suelos de nuestros bosques nacionales,  contribuyen con agua potable para sustentar más de 3.400 comunidades con un total aproximado de 60 millones de personas.  ¡Que lo parió!

·         Un solo árbol absorbe la contaminación que usted deja irresponsablemente desparramada por todos lados cuando maneja  su troncomóbil por unos 42.000 km.

·         Durante y a lo largo de su vida, un árbol es capaz de eliminar una tonelada de dióxido de carbono.

·         Un ciudadano estadounidense utiliza unos 340 kilos de papel "pálculo" (higiénico) cada año como promedio (unos 24 rollos por persona), y el 95% de las viviendas están construídas en su gran parte con madera. Eso equivale a un consumo de más de 500m3 de árboles por persona, aproximadamente unos 250.000 kilos de madera.

·         Aproximadamente un tercio del territorio de los Estados Unidos de Norte América está poblado por bosques.

·         De acuerdo a los resultados del último censo forestal en el año 2006, en los en los Estados Unidos de Norteamérica hay casi 247.000 millones de árboles de más de 2,6 centímetros de diámetro.  Como del tamaño de los arbolitos del Patio Verde.

·         La longevidad promedio de un árbol en un área urbana o en una ciudades de sólo 8 años.

·         Los árboles son lindos.

Sentimentalismo

Las Sequoias de Sierra Nevada son quizá los más antiguos árboles que existen en nuestro planeta, y aún más antiguos que nuestras civilizaciones.  Estas Sequoias son "jóvenes" hasta los 350 años; son "maduras" a cuando alcanzan los mil años; y se agencian dentro de la Tercera Edad a partir de los 1,500 años.  Nunca se jubilan y algunos de estos colosales gigantes viven productivamente hasta unos 3,500 años.  Estos arbolitos han logrado sobrevivir por millones de años a pesar de nosotros.  Esto es significante porque se cree que la vida en nuestro planeta recién comenzó hace unos 3,500 a 4,000 millones de años atrás; mientras que los primeros Homo Sapiens aparecieron apenas hace 200,000 años atrás en África. 

Más notable aún es que los árboles Sequoia que hoy podemos ver en Sierre Nevada, comenzaron a germinar durante el Evento 5,9 Kiloaño (o los ciclos de Bond que son los ciclos climáticos de 1500 años ocurridos durante el Holoceno), uno de los eventos más intensos de aridificación durante el período del Holoceno, al término del periodo Neolítico Subpluvial cuando se inició la más reciente desecación del desierto del Sahara.  

Estos arbolitos presenciaron los inicios del arte rupestre, pasando por la unificación de las dinastías faraónicas; observaron el auge y caída del Imperio Romano;  asistieron a la segunda unificación de China (Sui), estuvieron en el entierro de Alfredo El Grande de Wessex, recibieron a Cristóbal Colom de Felanitx en América,  vieron la firma de la Triple Alianza entre Inglaterra, Francia y los Países Bajos; fueron testigos cuando los Gurkhas conquistaron Nepal; acompañaron a los astronautas a la luna; vigilaron la subida de Vladimir Putin como Presidente de Rusia; y vieron a este loco observarles a ellos mismos con la boca abierta en California.  Sé que las Sequoias verán mucho más de nuestra historia, pero nosotros ya no estaremos aquí. 

Memorias Curiosas de mi Mente Extraña

Mi mente siempre ha sido sumamente extraña porque muy a menudo establece relaciones entre cosas, ideas, y conceptos que la mayoría de la otra gente considera insólito, o al menos; estrambótico si no estrafalario.  Yo lo considero simplemente una expresión doctamente apócrifa de raíces reales.

Los árboles se asemejan mucho a los peces.  Cuando un árbol se envejece, forma anillos.  Cuando un árbol es cortado transversalmente se pueden ver estos anillos en su tronco.  Cada anillo representa un año de vida, y cada anillo es una enciclopedia de datos referente al clima, humedad, temperatura, etc.  En las escamas de los peces sucede lo mismo.  Aunque no tan visibles como los de los árboles, los anillos de las escamas de los peces se forma de la misma manera y contienen el mismo tipo de data que los de los árboles.   Estos anillos son citológicos, pero se pueden observar con un microscopio.  ¿Qué cosas, no?

Contario a como nosotros menguamos con la edad hasta que nuestro crecimiento se detiene con la madurez; los árboles como los peces nunca dejan de crecer.  Los peces y los arboles crecen hasta que se mueren.  El anillo de las escamas de los peces lo forma el Invierno porque es la época en que el pez come menos y pasa hambruna, lo que deja una marca oscura en sus escamas.  Al igual, un Verano muy seco deja una marca oscura en el anillo de un árbol.  A pesar de todo esto, siguen siendo pescados frescos.

La regla general es de que los peces viven en el agua, pero aparentemente nadie le ha comunicado esto al Cyprinodontidae manglar, un pez gordito pequeño de unos 2 a 8 centímetros de tamaño el que se adapta muy bien a las condiciones de salinidad y temperatura variable.  Todos estos pececillos son ovíparos; esto es, un animal cuya modalidad de reproducción incluye el depósito de huevos en el medio externo donde completan su desarrollo antes de la eclosión, contrario a los otros ovíparos políticos quienes depositan sus huevos en los cómodos asientos del Congreso y no hacen nada.

Muchas especies de estos peces están restringidas al agua dulce pero otras son comunes en las marismas, manglares, estuarios y ambientes marinos costeros.  Lo circumbirúndico(1) de este pez es que vive escondido dentro de las ramas y troncos podridos, y estas notables criaturas alteran temporalmente su constitución biológica para poder respirar aire.  Este hecho junto con su extraordinaria capacidad, siendo un vertebrado; de reproducirse sin un compañero o compañera, hace al Cyprinodontidae manglar, o "Rivulus Marmoratus Poey" como dicen lo más pitucos en el ambiente científico; tal como la Sequoia Gigante; a uno de los peces más extraños que el hombre conoce.

(1) Este término diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los inuendos del significado de las palabras asombroso, secreto, misterioso, inexplicable y prodigioso.  Así que cuando usted quiera expresar su admiración por algo, o por algún asunto que confina el significado conceptual de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".

Estos pejes viven normalmente en piscinas de barro y en madrigueras de cangrejos inundadas en los manglares del Estado de Florida, USA; en América Latina y en el Caribe.  También sabemos de que estos pizcos alteran sus cuerpos y su metabolismo para poder sobrevivir fuera del agua.  Sus branquias se alteran para retener agua y nutrientes, y excretan residuos de nitrógeno a través de su piel.  Circumbirúndico es también que estos cambios se invierten tan pronto como el pez retorna a vivir al agua.  No más del pescadito éste.  ¿Sabía usted de que el único pez que puede pestañear con ambos ojos a la vez (como nosotros) es el tiburón?

De Vuelta al Arbolito otra vez

Al día siguiente de mi visita con el Presidente, como mi vuelo de regreso a casa en el Estado de Virginia no era hasta la noche y mi amigo tenía que trabajar ese día; me fuí solo a ver este magnífico ejemplar una vez más.  Tenía que saciar mi egoísmo espiritual, así que volví a pararme en la base de su tronco y me engolosiné llenándome de su espíritu, saturándome de su espléndida presencia y atiborrándome de su noble magnificencia antes de irme.  Y también porque no sabía si lo volvería a ver otra vez.

Me pareció que el día anterior no había sido suficiente para absorber en detalle su majestuosidad e imponente presencia, además; mi atención había estado mezquinamente dividida entre él, mi amigo, y el entorno que nos rodeaba.  Ahora solo, podía dedicarle mi atención indivisa.  Me recibió en silencio esa fría y serena mañana, y me dedicó unos largos minutos para saturarme de su cigüeñal y arcaico hálito.  Nos miramos en silencio por un largo rato.  Me susurró su larga historia, me mostró su perpetuación y su prolongada paciencia; y con eso me enseñó, que el ser más civilizado toma tiempo, bastante tiempo.

Antes de dejarle, le abracé como pude su fenomenal tronco y le deposité un beso de despedida en su ardua corteza, un beso como aquellos que le doy a mi hija Giuliana.  Levanté mis ojos y miré hacia el infinito de su copa.  El agitó cadenciosamente sus pretéritas ramas en señal de despedida y sus hojas y el viento me ofrecieron una armoniosa endecha de despedida.  Le sonreí un poco triste y acto seguido; le dí la espalda y me encaminé una vez más a enfrentar de lleno mi turbulento destino.

No he visto otros árboles tan espléndidos y suntuosos como éste, pero sí he visto, visitado y disfrutado los regios, majestuosos, y vírgenes bosques ancestrales nativos del sur de Chile, los que despliegan como un carnaval su salvaje naturaleza y sus indómitos Alerces, Coigües, Cipreses, Mañíos, Tepuses,  Lunas, Tiacas, Chaquihues, Fuinques, Tepas, Pitrapitras, Saúcos, Tineos, y una tremenda estampida de otros magníficos árboles los que juntos, miran con añoranza por sobre el horizonte del Mar de Chile hacia donde una vez vivieron los idos Toromiros de Isla de Pascua.  Snif...

Neftalí Ricardo Reyes Basoalto tenía mucha razón cuando vociferó legítimamente desde los gastados peldaños de la casa de su rocosa Isla Negra: "El que no conoce el bosque Chileno; ¡no conoce este planeta!".

 


El Loco