La más misteriosa y desconocida frontera de
la experiencia humana es lo que pasa después de la inapelable muerte. No llamo a este confín, como muchos lo hacen
erróneamente: “La vida después de la
muerte” porque ya no es “vida”, y no tenemos la más romera
idea de qué es lo que hay o pasa desde ese dintel hacia lo
desconocido. No sabemos si entramos a la
nada, o a otra dimensión de existencia.
Las estultas religiones pretenden saber lo que
hay después de la muerte, pero este asombroso e incontenible filosofunculismo*
no contiene ni lógica, ni valor, ni verdad.
Esta ideación es meramente un decadente retazo de imaginación desequilibrada
y paranoica, nacida de una mente pequeña y de escuetísimas fronteras usada para
usufructuar de aquellas mentes aún más romas; lo cual en mi opinión
estrictamente personal, constituye un Ad
Hominem*.
Pero este escrito no es un reproche o una
crítica a las infundadas creencias humanas, ni a las gratuitas incertidumbres religiosas,
o al rebajado copucheo de las agras y fermentadas lengüetas de aquellas preludiantes ancianas de
desenganchadas y desenfrenadas lenguas, quienes frecuentan las espadañas de los
confesionarios en aquellos degolladeros intelectuales religiosos, o en esquinas,
pasadizos, ferias o angostillos de conventillo.
Muertonautas o Argonautas de la Muerte (Morui Sunt Nauta)
El feudo de la muerte es un secreto
absoluto para nosotros, es un “territorio” desconocido al que aparentemente
podemos hacer solo un viaje de ida. Lo
que nos sucede después de la muerte ha sido y sigue siendo un misterio consumado
desde la iluminación humana, este acertijo nos ha sido frustrantemente evasivo
porque somos incapaces de explorar esta frontera en un nivel estimable, sin concretar
este último viaje de ida por nosotros mismos.
A pesar de nuestros avances en ciencia,
tecnología y nuestra desarrollada pericia para indagar aquellos lindes fuera de
nuestro magín, y aún siendo socorridos por nuestras teorías científicas y
filosóficas, todavía seguimos más ciegos que aquel que no quiere ver. Tan ciegos como la prestricción* de los Papas
católicos ante el abuso sexual de sus patibularios secuaces.
Hay un grupo de científicos quienes
ambicionan escudriñar más profundamente dentro de los dominios después de la
muerte, pero estos hombres de ciencia son atacados por aquellos de
insignificantes mentes quienes se atiestan con los ciegos credos del dogma
religioso, con el ridículo social basado en ignotismo*, y con el sempiterno malentendido
imbuído en sus mentes trogloditas.
En una amplia encuesta llevada a cabo en
1982, los resultados revelaron que solamente un 16% de los más destacados científicos
a través de varios campos de ciencia quienes fueron cuestionados acerca de
esto; creían que había una vida después de la muerte. Solo un escueto 4% piensa que alguna vez seremos
capaces de demostrar y evidenciar esta incógnita en forma concluyente. Esta indolente actitud general de desatención y
desinterés por parte de la comunidad científica en general, ha estorbado y
entorpecido los esfuerzos de aquellos que ambicionan reflexivamente estudiar la
posibilidad de una vida después de la muerte, lo que además conlleva un financiamiento
el que muy raramente se concede para estos fines, y los científicos que se
embarcan en estos proyectos se arriesgan al ridículo y a la burla de sus colegas. Pero no hay que olvidar que la risa y la
burla abundante son un cuantioso ingrediente de la ignorancia.
Lo notorio de esto es que la tasa de
creencia en algún tipo de “vida” después de la muerte es significativamente
mayor entre médicos. Una encuesta que se
realizó en el año 2005 con estos propósitos, demostró que el 59% de los médicos
estadounidenses creen en un tipo de “vida” futura, lo que representa un
porcentaje dramáticamente más alto que cualquier otra profesión científica.
Tal vez esta poderosa creencia de que hay
algo que nos lleva más allá del ámbito de la vida, tiene que ver con las vividas
experiencias de los médicos que tratan con aquellos pacientes que han
experimentado lo que se llama “experiencias cercanas a la muerte, o NDE (Inglés
para “Near Death Experience”). Hay una
gran compilación de informes provenientes de personas que afirman que después
de que los han declarado clínicamente muertos, pero que asombrosamente han
revivido; ellos han conservado una cierta forma de conciencia de esta
experiencia, y han informado más a menudo de lo esperado acerca de fenómenos
similares durante este estado -independientemente de sus creencias religiosas- de
que han “visto” un tipo de vida alternativa después de la muerte.
Estas extrañas experiencias han sido y
siguen siendo reportadas por un asombroso número de personas. En los Estados Unidos alrededor de 200.000
personas reportan estas experiencias durante su “muerte” cada año, además de
una cantidad incalculable en el resto del mundo. Las experiencias NDE que se suelen reportar
más repetidamente incluyen dejar el cuerpo físico para “flotar” observar la
habitación donde está su cuerpo, ver una luz muy brillante, experimentar una
sensación de paz o de amor infinitos, e incluso reportan el reencuentro con
amigos o familiares muertos.
Mi madre tuvo un ataque cuádruple al
corazón, y fué reportada clínicamente muerta.
Esto le sucedió por un lapso relativamente corto, pero cuando “revivió”,
ella dijo que había visto una luz muy brillante y que también había visto un
lugar hermosísimo al que iríamos después de la muerte. Dijo además que sintió una paz infinita y no
sintió miedo alguno. Años más tarde, mi
madre expiró irreparablemente el 22 de Agosto del 2015, el peor año de mi vida;
y quizá ella esté ahora en aquel lugar que vió anteriormente.
¿Realidad o Ficción?
Aunque los informes de NDE puedan ser
considerados totalmente subjetivos, o ser el mero resultado de alucinaciones bajo
una situación traumática, hay similitudes fundamentales entre ellos. El increíble número de personas que los reportan
insinúan un fenómeno subyacente y más profundo, con elementos específicos que posiblemente
puedan ser objetivos, y científicamente medidos y cuantificados.
Un meticuloso y serio estudio llevado a
cabo por un equipo de científicos alemanes de la “Technische
Universität of Berlin” dirigidos por el Dr.
Berthold Ackermann, recopiló una gran cantidad de informes de NDE de cientos de
pacientes, y llegó a la conclusión de que el extraño paralelismo común derivado
de un número extraordinario de crónicas de personas de todos los ámbitos de
vida en el mundo entero, quienes afirman haber retenido conciencia después de
la muerte; sugirió que el fenómeno merecía más estudio. El Dr. Ackerman apuntó a estas semejanzas:
Los recuerdos más comunes incluyen un
sentimiento de desprendimiento o separación del cuerpo físico, percepciones de
levitación, serenidad total, seguridad, calidez, la experiencia de una
disolución absoluta del aspecto terrestre, y la manifestación de una luz
abrumadoramente brillante.
Las revelaciones de estas visiones entre
personas que estuvieron clínicamente muertas en un momento, y las que
permanecen bastante consistentes entre creencias e ideales, ha persuadido a
algunas colectividades de investigadores de que hay algo que va más allá de los
paradigmas actuales, y que incluso podría señalar o establecer la existencia de
alguna dualidad desconocida entre el cerebro físico y la conciencia misma, o
por lo menos algún proceso físico que aún no podemos entender. Este raro pero cíclico fenómeno apunta
inequívocamente a que pudiese haber una respuesta científicamente demostrable,
la que simplemente se encuentra fuera de nuestro entendimiento y de las herramientas
que poseemos para cuantificar esta anomalía apropiadamente.
Muchos de los estudios que se han dedicado
a estudiar y a objetivar las NDEs, intentan aprender y entender más acerca de
la vida después de la muerte, se asientan en escudriñar a las víctimas de un
paro cardíaco. Las víctimas de un paro
cardíaco total están normalmente en un entorno completamente controlable –un
hospital por ejemplo- y tienen una oportunidad de ser arrancados de las frías garras
de la indolente Muerte.
Uno de los muchos estudios realizados en
este ámbito fué efectuado por el investigador principal Pim van Lommel, del
Hospital Rijnstate en los Países Bajos en año 2001, Este estudio fué publicado en la revista
médica británica Lancet, y se centró alrededor de 344 pacientes quienes sufrieron
masivos ataques al corazón, quienes fueron declarados clínicamente muertos,
pero que después, fueron resucitados con éxito.
Este estudio tan poco usual se concentró en
la meticulosa y metódica interrogación de los pacientes que murieron y resucitaron
dentro de una semana después de “morir”.
El estudio declara que en una u otra forma, el 18% de estos pacientes
fueron capaces de detallar algún tipo de conciencia desde el momento en que
fueron declarados clínicamente muertos.
Estar clínicamente muerto significa que toda y cualquier actividad
cerebral cesa en forma absoluta debido a la falta de flujo sanguíneo, y por lo
tanto; no es técnica ni físicamente posible que el individuo esté consciente de
nada.
El 12% de los individuos que participaron voluntariamente
en este estudio relataron experiencias clásicas de NDE, tales como túneles de
luz o vislumbrando amigos o parientes muertos anteriormente. Estos “recuerdos” y alusiones de estos
acontecimientos son extremadamente agudos, lúcidos, vívidos y detallados, y
parecen registrar factores distintos a lo que se considera una especie de
alucinación, o falsos recuerdos.
Este estudio no emitió ningún testimonio
concreto sobre la existencia de un “alma” o de una “vida después de la muerte”,
ni tampoco estipuló una forma específica de medir la existencia de una vida
después de la muerte, solo sugirió que algo muy insólito ocurre en esta esfera. Los cerebros de los participantes de este
estudio se declararon clínicamente muertos, lo que manifiesta que no podían
haber tenido ningún recuerdo de nada, y si el fenómeno fué causado por un
efecto puramente físico -como la hipoxia cerebral- también llamada anoxia, lo que
es daño al cerebro causado por la prolongada falta de oxígeno; entonces este
fenómeno debería haber sido reportado no por un mayor porcentaje de pacientes en
el estudio, si no por todos ellos. Esto
convenció a van Lommel de que quizá hay algo más allá de un efecto puramente
físico o celular.
Después de un paro cardíaco total, se
pierde la conciencia dentro de apenas ocho segundos. A los 11 segundos del paro cardíaco total, los
ritmos e impulsos cerebrales cesan en su totalidad, y a los 18 segundos ya no
hay ninguna posibilidad de que el cerebro pueda crear un modelo del mundo (o
tener consciencia) entonces; el cerebro está muerto. Con esto, entonces ahora existe evidencia categórica
para desafiar la teoría actual de que la conciencia sólo puede existir dentro
del cerebro, y el hecho de que se experimente una consciencia sin ninguna función
cerebral asociada, es extraordinariamente fundamental para nuestra comprensión
de la mente humana.
En un futuro, nuevas tecnologías
innovadoras quizá nos permitan no sólo observar estas NDE y otros fenómenos
similares, pero tal vez poder aventurarnos en la infinita y desconocida esfera
de la Muerte de la misma manera que los astronautas viajarán a los ilimitados confines
del cosmos. Esta fué la idea principal detrás
del filme “Flatliners”
producido en 1990 con los actores Kiefer Sutherland, Kevin Bacon y Julia
Roberts, película en la que 5 estudiantes de medicina conducen experimentos
secretos para inducir a la muerte y explorar lo que está más allá de ella. Esta idea descabellada quizá no esté tan lejos
de la realidad, y a medida de que nos acercamos a la cúspide de una tecnología
que pueda permitirnos -no sólo estudiar las NDEs, sino que posiblemente sondear
estas experiencias por nosotros mismos.
¿Dónde se ubica la frontera de la Muerte?
Algunos investigadores piensan que estos
estudios, investigaciones y
procedimientos solo consiguen empujar el lindero de la muerte porque la
definición de dónde reside la barrera final de la muerte depende de la
tecnología que se use para revivir al “muerto”.
A medida de que el conjunto de técnicas galenas en este campo avanza y
florece, el límite para alcanzar la calificación de “muerto” se extiende poco a
poco hacia estados fisiológicos limítrofes más extremos. ¿Conquistaremos la muerte algún día? Quién sabe...
para entonces probablemente ya estaremos muertos y solo con un boleto de
ida para este sencillo y rápido viajecito.
En Chile los locales se refieren a este proceso como: “estirar la pata”.
La cantidad de estos procesos de revivir a
los muertos ha sido demostrado en alrededor de 944 confirmados pretendientes a
muerto a lo largo de un período de 4 años.
Se reporta que algunos voluntarios de la muerte han estado en forma
permanente en este estado sin vida entre 40 minutos a una hora. No se ha observado un consenso en qué tipo de experiencias
verificables estos oficiosos moribundos puedan haber experimentado mientras
visitaban transitoriamente la guarida en que la muerte asienta su sombría
existencia.
¿Nos pone esta ciencia y su práctica en el
camino al desenlace de tener el entendimiento y los tejemanejes para permitir
que los muertonautas se embarquen en un periplo a soberanías inexploradas e
indocumentadas, y después regresar a sus cuerpos que ya han iniciado su propio
viaje al “Rigor Mortis”? Esto es algo
como los viajes que hacen los astronautas hacia desconocidos espacios, para luego
retornar a su planeta de origen con una sarta de experiencias espléndidamente
asombrosas.
Mientras permanezcamos Vivonautas...
Quizá usted no lo piense así, pero creo que
somos simplemente “vivonautas” quienes viajamos este estrechísimo lapso de
tiempo al que llamamos Vida. Estos
tránsitos por los que vagamos durante nuestra vida están terriblemente
restringidos, están restringidos y confinados a la resumida esfera de nuestras
cortísimas vidas que no son más que un Jiffy (un pequeñísimo instante) en el
tiempo.
En unidades de
tiempo científicas, el “Jiffy” es la cantidad de tiempo que tarda un fotón
(unidad de luz) en recorrer un Fermi (tamaño cercano al de un nucleón) en el
vacío. En este mismo tema, el “Tiempo de
Planck” es la cantidad de tiempo o el tiempo transcurrido en que un fotón tarda
para cubrir la longitud de Planck. En
teoría hasta el momento, ésta sería la medida de tiempo absolutamente más
pequeña que jamás sería posible de medir. ¿Y usted pensaba que su vida era larga? ¿Qué cosas, no?
A la postre, nadie sabe nada sobre esto a
ciencia cierta y creemos lo que queremos creer, y quizá nó lo que deberíamos
creer. Después de todo, “creer” no es
nada más que el estado de ánimo en el que una persona piensa que algo es así,
con o sin que exista evidencia empírica o real para probar que algo es el caso
con certeza factual. Es para nosotros una
forma de representación mental ficticia de una actitud positivamente orientada
hacia la sola e ilógica probabilidad de que algo sea verdadero.
¿Qué es el creer?
En el contexto del pensamiento griego
antiguo se identificaron dos parámetros relacionados con el concepto de
creencia: “Pistis” y “Doxa”. En una forma simplista podemos explicar Pistis como una referencia a
"confianza" y "confidencia", mientras que Doxa se refiere a "opinión" y
"aceptación". La palabra
inglesa "ortodoxia" se deriva de la palabra Griega Doxa. Al parecer, la “creencia” tiene el objeto de gobernar
la acción en lugar de indicar la verdad. Por eso siempre me pregunto: “Actuamos basados
en la Verdad del Valor, o en el Valor de la Verdad? ¿Qué cosas, no?
Hablo de este complicado y empírico tema
porque quiero creer que en mi último día terrestre me iré a un nuevo dominio más
allá de la muerte humana donde no hay dioses odiosos, deidades repugnantes, ni
creencias “tarradiddles”*, a reunirme
con mi bien amado hijo Lucas Martino.
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*
Et sub Glossarium
Glossarium – (Cum amore legentibus)
Ad Hominem - Ad Hominem es una palabra latina que
significa "contra el hombre". Como
su nombre indica, es un término literario que implica comentar o en contra de
un oponente, para socavarlo a él en lugar de sus argumentos.
Filosofunculismo
– Alguien que pretende ostentar y reclamar
conocimientos que no posee.
Ignotismo – Error debido a
ignorancia.
Tarradiddle – Antigua
palabra Inglesa que significa: tonterías pretenciosas, mentirillas absurdas.
Prestricción – Ceguera,
ojos vendados.
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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis
traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.
Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado
honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas,
licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por
el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo
que habrá disponible basado en su pedido.
Gracias.
El Loco