Una vez más, el Día de los Veteranos vino y se fué. Como lo hace cada año. Se fué entre los ensordecedores rugidos de las poderosas motocicletas de los "Rolling Thunders" (Truenos Rodantes), y entre las salvas de los Cadetes de impecables uniformes de lustrosos botones dorados las que llenaban el cielo con las fragorosas explosiones de sus armas. Ese día también se fué mezclado en el silencio de las izadas y arriadas de nuestras orgullosas banderas, tejido cuidadosamente entre los nítidos toques del clarín, bajo la sombra del llamado a Silencio; y desapareció paulatinamente entre los suaves dedos de las frágiles llamas que conmemoran al Soldado Desconocido que a esta hora de la tarde -y a pesar de sus aparentemente temblorosas existencias- comenzaban ya a ganarle terreno al sol que se escondía desconsolado en el horizonte allá a lo lejos, horizonte al que los edificios de la ciudad quebraban hoy con especial cuidado.
Ese día se
fué triste entre las ardientes lágrimas y los profundos sollozos que inundaron
las murallas del monumento a los caídos en Viet-Nam, se fué entre las sordas
conversaciones de los Veteranos sobrevivientes que vinieron a descubrir cuáles
de sus camaradas cayeron durante el año que pasaba; y finalmente este extraordinario
día se fué engalanado del morado dolor de las viudas, y del borrado futuro
paternal que les fué robado a los hijos que nuestros soldados dejaron huérfanos
por darnos a nosotros una mejor vida. El
resto del mundo no se enteró porque no entienden nada de esto; y quizá nosotros
comenzamos a olvidarnos de ellos también porque estamos muy ocupados.
Ese día se
fué lenta y penosamente, poco a poco como la intermitente cantinela de los
motores infernales de los Rolling Thunders que se deshacían entre los baches
del camino y se diluían en las orillas de las calzadas, y que los llevaron de
vuelta a casa con su atronador ruido de silencio. Las flores de las tumbas se marchitaron prontas
y las memorias se extinguieron otra vez, sosegadamente; como se seca una férvida
lágrima en las gastadas mejillas de los desamparados... Ese día ya se fué otra vez hasta el próximo
año... silente como el día en que cada
uno de nuestros Veteranos partió sin mirar atrás.
Pero,
¿quiénes son estos Veteranos? ¿Por qué
les recordamos? ¿Para qué les
recordamos? ¿Quiénes les recordamos? ¿Cómo les recordamos?
Los
Veteranos son aquellos valientes que dieron un paso más que el resto, les
recordamos porque ese paso extra nos ha dejado más espacio para vivir libres,
les recordamos para no olvidarnos de que la Libertad tiene un precio
inaceptable, y quienes les recordamos somos aquellos que derramamos lágrimas
henchidas de pena y dolor, a pesar de que no les conocemos, a pesar de que no
son nuestra familia directa, a pesar de que pagaron el precio más alto y con la
moneda más cara; sin egoísmo y sin vacilación por todos aquellos que como a mí,
ni siquiera conocían; y les recordamos como a nuestros hombres y mujeres en
uniforme, los que son portadores de una tradición militar orgullosa que ha sido
hereditaria de generación en generación por ya más de dos siglos. En los turbulentos tiempos de guerra y en los
soleados días de paz igualmente, nuestros veteranos han servido con un valor y una
distinción inigualable frente a la abrumadora adversidad, demostrando en su
paso un compromiso y una resolución consumada para con nuestro país y sus
amados ciudadanos, los que apenas les recordamos una vez al año...
Sí,
nosotros los "gringos" somos una raza especial, complicada, rara y
escasa; resistente y resuelta; soñadora y guerrera. Sí, así somos, somos como somos, o no somos de ninguna otra
manera. A muchos les disgustamos y no
nos quieren, pero está bien porque pensamos que es su derecho. Hay muchos que nos critican injusta y
ácidamente, pero está bien porque pensamos que es su derecho. Y hay muchos que nos juzgan sin siquiera
saber qué están juzgando, pero está bien porque nosotros pensamos que también
éste es su derecho. Y a la postre, somos
como somos porque es nuestro derecho. Un
derecho que hemos conquistado y que no ha sido regalado.
Sí, somos
especiales; como nuestros Veteranos.
Somos raros en varias áreas, tal como nuestros Veteranos. Somos soñadores como ningún otro. Fuimos los únicos que llegamos a la luna, y
que volvimos, y ahora estamos empeñados en alcanzar las estrellas. Y somos muy complicados porque inventamos la
Libertad cuando ejercitábamos la esclavitud, y porque somos tremendamente egoístas
con la generosidad; y porque muchas veces derrochamos más misericordia que
sentido común. Ya ven, somos sumamente
raros. ¿Qué cosas, no?
Nuestros
Veteranos, nuestros Soldados, les arrebataron a los Nazis el mundo de sus mortíferas
garras, y después le devolvimos Europa a los europeos, y no nos quedamos con ningún
país como lo hicieron los Rusos. Les
abrimos los ojos en forma vertical a los japoneses en su propia tierra, y les
hicimos probar su propia medicina, pero con moderación y humanidad, y no como
ellos estaban acostumbrados a hacerlo con los demás; y también les devolvimos
su isla. Corea no nos resultó tan bien
como esperábamos, pero tampoco les quitamos tierra, y hasta nos llevamos a
nuestros Veteranos muertos a casa para no usar su tierra.
Gente rara
estos Veteranos, ¿no cree usted? Y
después de salvar a su familia, no le mandan la cuenta para que usted pague los
hospitales donde les amputaron las piernas o los brazos que perdieron mientras
defendían a los suyos, ni siquiera le piden ayuda para pagar por la silla de
ruedas en la que estarán postrados por el resto de sus vidas; y los que no
pudieron regresar, no le dejaron a usted la preocupación de sus viudas a
quienes dejaron desamparadas allá en casa, acá; en nuestra amada tierra. Y ni siquiera esperan que usted les recuerde
el Día de los Veteranos. Por eso y mucho
más es que nosotros recordamos a nuestros Veteranos por usted.
Y no
aprendemos nunca. Por donde sea que haya
un ser humano en peligro, allá vamos a defenderlo. Y nos critican porque nos metemos donde no
nos llaman, pero si a su familia la estuvieran asesinando, a usted no le
importaría que un Veterano entrometido arriesgue (o dé) su vida para salvarla
porque usted no puede, y lo hará sin ingratitudes aunque su bandera no sea la misma que la de
él. Vaya gente rara ésta... rara porque envían a muchísimos de sus
mejores jóvenes, hombres y mujeres; hacia el peligro, a danzar con la muerte, a
cambiar bien intencionadas acciones por balas, metralla y traiciones, y para
dejar despedazadas sus vidas y sus cuerpos solo por la idílica causa de luchar
por la Libertad más allá de sus fronteras, para que usted y yo, y también para
que mis hijos y los suyos podamos vivir mejor con más libertad. Y lo hacen día y noche, todo el año. Ya lo vé, estos Veteranos no aprenden
nunca.
Y sí, nunca
se olvide de que los "gringos" pagan por todo, usted nunca recibirá
una cuenta ni se le pedirá una garantía; y todo esto, una desinteresada
cortesía de nuestros Veteranos. Y a
veces nos critican de ignorantes porque sólo hablamos Inglés. Quizá se olvidan de que si no hubiese sido
por nuestros Veteranos, en Europa hoy solo se hablaría alemán. Quizá el Inglés sea una lengua escueta, pero
tiene palabras como Honor, Deber, y Gloria, una ración de combate más que suficiente
para cualquiera de nuestros Veteranos.
Cuando esté
descansando cómodamente en su sofá preferido, pregúntese: ¿cuántos de mis
compatriotas han visto combate? ¿Cuántos
compatriotas Veteranos conozco? Si usted
conoce a alguno, respételo y venérelo; es un bajo precio, pero con una alta deuda
moral. ¿Sabía usted que el 13% de
nuestros ciudadanos "gringos" son Veteranos? ¿Cuántos hay en su país?... Mi abuelito Víctor fué un Veterano.
Durante la
Parada en honor a nuestros Veteranos, una Parada no solo de los Militares, pero
de todos nosotros, ciudadanos o nó; en frente de las graderías y en un sitial
especialmente acomodado, estaba Bill Tucker, alias “Sarge”, un oriundo del
Estado de Delaware atendiendo a su 75° desfile del Día del Veterano. Me conmovió ver a este gastado hombre de
largos años sentado en su silla de ruedas en silencio y con tanta dignidad,
vestido con su uniforme militar altamente condecorado, como recordándonos que ese día era para recordar y
honrar. Quise acercarme para estrechar
su mano, pero el Marine que lo escoltaba me detuvo con un cortés gesto y me
dijo: "Un momento por favor señor porque
ahora está llorando". Miré
cuidadosamente a "Sarge", pero solamente lo ví muy serio. "No está llorando", le dije al
Marine, y él me respondió: "Sí, está llorando sin lágrimas. El dejó todas sus lágrimas yaciendo con sus
compañeros caídos en una playa desconocida lejos de casa; y por eso es que ya
no le quedan lágrimas, pero sé que está llorando...". En ese momento pasaba nuestra bandera
anunciada por los marciales sones de la banda de guerra, y "Sarge"
saludó con su mano temblorosa, y el Marine se cuadró con elegancia y marcialidad. Me volteé hacia la bandera y la saludé con
humildad y con el pecho henchido de orgullo.
Cuando la bandera pasó, volví sobre mis pasos y me alejé de
"Sarge". No quise interrumpir
el llanto de aquel Veterano extraordinario.
Este pasado
Noviembre 12, con la sinceridad más grande que mi existencia ha logrado
construír, les he pagado tributo con el más alto respeto, y le he reconocido el
más alto honor a la valentía de nuestros Veteranos, a nuestros Caídos y a sus
familias, porque esta gran Nación que he adoptado, tierra en la que vine a
nacer de nuevo; esta Nación que me ha adoptado como al más legítimo de sus
hijos, y que me dió un hogar al que puedo llamar mío, aquí en los territorios del
Old Dominion bajo el cálido amparo de la Democracia más sólida del planeta; quizá
no la mejor, pero sin duda la más sólida y consistente, Nación que seguirá
siendo la Tierra de los Libres y el Hogar de los Valientes solamente y gracias
al Sacrificio de nuestros Veteranos.
Nuestra bandera no flamea porque la mueve el viento... La bandera de nuestra Patria flamea impulsada
por el último respiro de cada uno de los valientes que murieron por defenderla.
¡Larga Vida
Veteranos!
El Loco
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