En cada generación
hay una puta y un ladrón. El freno de la
puta es su conciencia; el castigo, a veces el del ladrón.
Los enfermantemente destacados hermanos
Pincheira fueron los líderes de una conocida y erradamente pregonada banda
de bandoleros y abigateadores chilenos, que entre los años de
1818 y 1832 asolaron impunemente varias regiones del sur de Chile y
Argentina llegando hasta la ciudad de Buenos Aires. Estos salvajes forajidos se acoplaron a la
causa Realista (descaminadamente por supuesto) y lucharon en contra de los
Patriotas uniéndose entonces a la causa Realista durante la guerra por la Independencia
de Chile. Los Pincheira se educaron bajo
el enajenado sobradillo de los frailes Franciscanos, así que no es ninguna
sorpresa la calaña de comparsa que terminaron siendo. La "causa Realista" no era nada de
realista dado que el Rey de España pretendía ejercer dominación en unas tierras
ajenas y desconocidas a más de 11.000 kilómetros de distancia de su reino y
empotradas en la "Región Antártica
famosa".
Este pobre reyecito no sabía de que esta
región de la que él hablaba era: "Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de
remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que
produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por
rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida."
Se lo dijo un español mismo, pero el rey no quiso escuchar, y
consecuentemente los españoles lo averiguaron poco después "Por la Razón, o la Fuerza", y a un
alto precio.
Todos los bandoleros Pincheira fueron hijos legítimos
de Martín Pincheira. Martín Pincheira había
estado empleado como peón en la hacienda de Manuel De Zañartu, localizada en la
criolla ciudad de Parral. El hacendado
Manuel De Zañartu que posteriormente como otros hacendados de la región, les
proveyó a los Pincheira con ayuda económica, acto traidor por el cual fué
declarado enemigo de la patria. Esto
demuestra que la familia completa de los Pincheira y los truhanes que les
apoyaron, contrario a lo que algunos perjuros, renegados e ingratos
antipatriotas insidiosos sugieren, es indigna de haber sido Chilena, y que en
un absurdo e ignorante esfuerzo tratan de romantizar esta bazofia en una estulta y concúbita comedia cinematográfica de mal gusto.
La deshonrosa prole Pincheira estaba compuesta
por cuatro hermanos y dos hermanas, desgraciadamente todos nacidos en Chile. Estos rufianes fueron: Santos, Pablo,
Antonio, José Antonio, Rosario, y Teresa.
Los hermanos Pincheira comenzaron a robar y a cometer toda clase de
delitos desde 1817, el mismo año en que nació Guillermo III de los Países
Bajos, Rey de los Países Bajos y Gran Duque de Luxemburgo. Los Pincheira eran originarios de la zona de
Parral, ciudad fundada por el Viceroy del Perú Ambrosio O'Higgins, quien llamó
originalmente a la ciudad "Villa Reina Luisa" en honor a la esposa de
Carlos IV. El actual Parral está
localizado al norte de la ciudad de Chillán, nombre que en Mapudungún significa
"Silla de Fuego" debido al volcán de sus cercanías.
Antes de estos obscuros acontecimientos
familiares que afectarían a tanta gente, los Pincheira trabajaron al igual que
su padre como peones de la hacienda del rebelde realista Manuel De
Zañartu. Antonio, el mayor de los
Pincheira llegó a ser cabo del Ejército Realista y combatió bajo los blasones
del Rey Ferdinando VII de España en la Batalla de Maipú. El Rey Ferdinando VII de España fué dos veces Rey de España: en 1808 y
desde 1813 a 1833.
Este último período está en controversia con José Bonaparte.
Como las huestes Chilenas le sacaron la cresta
a los Realistas en dicha batalla (Maipú), Antonio volvió a su tierra y comenzó
sus correrías malintencionadas, arrastrando en ello a sus entorpecidos
hermanos. Dicen por ahí que Antonio
Pincheira seguía convencido de la causa de la Corona Española, pero esto
no le excusa el convertirse en un bribón asesino y sinvergüenza, el delincuente
y maleante vulgar que terminó siendo con su pandilla de hermanos y hermanas; de
manera que no hay ninguna controversia para su calificación como un
despreciable villano puro.
Lo más curioso de esto, es que esta banda de
malhechores contaba con el respaldo y el apoyo de varios sectores de la iglesia
católica, esa lepra religiosa la que siempre inmiscuye su larga y sucia narizota
en asuntos ajenos y que no le incumben; y estos descarados y descarriados
"hombres de dios" auspiciaban hechos como asalto, saqueo,
violación, y el rapto de mujeres a cambio de recompensa; como fué el caso específico
de Trinidad Salcedo, por cuya libertad exigieron "una carga de vino que
terminó en el vientre de los curas, dos cargas de harina para los cuarteles
Pincheristas, y 200 pesos en Plata para el bolsillo de los
Pincheira". Estos hechos verídicos
constan en el archivo del Ministerio de Guerra de la República de Chile.
También recibían sostén de muchos hacendados
realistas como Clemente Lantaño, un terrateniente de Ñuble; y además el concubinato
político del Cabildo de Chillán los apoyaba en sus correrías. Hoy en día, todos estos traidores y facinerosos han
encontrado una carrera profesional análoga como políticos deshonestos; y de los
curas degenerados, pues ya todos sabemos dónde éstos terminan. No es coincidencia que Satanás rime con
sotanas.
Estos
malandrines de apellido Pincheira consiguieron hacerse de un extenso refugio en las zonas altas de la cordillera de Chile, en frente de
Parral, asilo que era un auténtico poblado con cientos de mujeres secuestradas,
y toda clase de bienes robados y mal habidos.
Algo así como el Congreso, pero un poco más extenso.
Alarmado con esto de la guerra de la
Independencia en Chile, el guatón sinflón del Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de
Velasco, le encomendó a otro traidor de nombre Vicente
Benavides para organizar y mantener resistencia armada en las posesiones
de la corona en el sur del país, y para ayudarse; compró el apoyo de los grupos
indígenas de la zona como los Pehuenches. Benavides controló por un tiempo los
territorios rayanos al sur del río Biobío que estaba fraccionado en
tres frentes. Los llanos centrales
estaban a cargo de Benavides; un infeccioso cura entrometido y depravado de
nombre Juan Antonio Ferrebú (que rima tan bien con Belcebú) quien servía
al dinero y no a su "dios", comandó el sector costero; y los ladrones
Pincheira se dedicaron al área cordillerana.
La buenas noticias son que Benavides fué justamente
fusilado en 1822. Le sucedió Juan
Manuel Picó, quien fué honestamente asesinado solo dos años más tarde, y en ese
mismo año el cura Ferrebú visitó a sus demoníacos compinches cristianos (Súgart, Lucifer, Frimost, Astaroth,
Silcharde, Bechard y Guland, ¿sabía usted de ellos?) en el infierno después de haber sido justicieramente fusilado. Desde ese momento, José Antonio Pincheira se adjudicó
la excusa de la responsabilidad de la guerrilla, con lo que se auto-otorgó
amplia licencia para delinquir, y lo hizo ininterrumpidamente hasta su
derrota en 1832, el mismo año en que Ecuador se anexó arbitrariamente las
Islas Galápagos.
Un poco de Historia
Con el tiempo y el reclutamiento de forajidos,
el número de bandoleros en las huestes Pincheira
incrementó grandemente y se habló de que su alguarismo fué de alrededor de unos
1.000 hombres de a caballo, y todos sometidos a un caudillaje monolítico
jerarquizado militarmente; algo así como un dictador con pañales sucios. La mayoría de este contingente estaba formado
por bandidos netos, ex-presidiarios, y convictos fugados de la ley, en otras
palabras, la crema y nata del espíritu político socialista.
La Alianza con los Pehuenches
Desde el año de 1822, los Pincheira
trabajaron en la artesanía de alianzas con los poco honestos Caciques Pehuenches,
quienes le permitieron asentarse a ambos lados de la Cordillera de Chile,
no solo sin molestarlos, pero cubriendo y protegiendo sus andanzas. Los principales arbotantes y asentamientos
que los Pincheira establecieron en Chile durante esa época fueron las
instalaciones y permanencias ubicadas en Los Maitenes, un pequeño lugar
enclavado en la cordillera; en Roble Huacho (ubicado en medio de un
bosque en la región de la Araucanía); y la infausta cueva de los bandidos
Pincheira localizada a 67 kilómetros de la ciudad de Chillán.
Una vez visité la triste y ridícula Cueva de
los Pincheira cuando mis jóvenes plantas aún se entrenaban en el arte de
explorar y transitar este (aparentemente) redondo planeta. La cuevita no tenía nada de épico o
extraordinario, en efecto; ¡ni parece cueva! Es apenas un
triste socavación natural en la roca que no tiene NADA DE CUEVA y que en un día
lluvioso y con viento, no presta ninguna protección. ¡Vaya cuevita! Ni el Milodón la
aceptó como morada, ni las vacas, y ni los leones o los coyotes porque ni para
guarida o cubil servía. Si usted puede
mirar a la "cueva" ésta, ¡se dará cuenta de que es pura mala
cueva!
Esta desproporcionada pseudo- gruta se declaró
Patrimonio Histórico Nacional ¿...? ¿Qué más se podría
esperar de la falta de entelequia mental de algunos políticos orgullosos de sus
hediondos pasados? ¿Qué cosas, no?
Además de los asentamientos en Chile, los
Pincheira tenían establecimientos en el extenso territorio Argentino. Tenían colonizaciones en el valle de Varvarco
(el asentamiento de Matancilla) y en la laguna Epulafquén en el territorio
Neuquino. Por el sur, comprendían un afluente del Neuquén llamado río Agrio;
en la zona de Butalón (los asentamientos de Malal Caballo (quién sabe de
dónde habrán sacado el nombrecito éste), Raja Palos (sin comentarios), y
Guañacos a la vera del río del mismo nombre en el Departamento de Minas. Estos fértiles y protegidos valles eran
utilizados principalmente como campos de engorda para el ganado robado en la Provincia de
Buenos Aires, antes de contrabandearlo a Chile.
No hay necesidad de repetir que los hermanitos
Pincheira eran una plaga pandémica habitual.
No contentos ni satisfechos con delinquir en esta gran zona
sudamericana, estos prevaricadores de pandilla atacaron la ciudad de Mendoza.
Tuvieron también asentamientos al sur de lo
que es la Provincia de Mendoza. Estos
asentamientos se llamaban Jirones, Payén Matru y El Manzanito. En lo que ahora se llama la Provincia de
La Pampa; establecieron poblados renegados en Chical Có, Limay Mahuida, y
Chalileo (vaya nombrecitos, ¿no?). A esta última –Chalileo-
le cambiaron el nombre a "Isla de los Pincheira". Más tarde, el billonario griego Aristóteles
Onassis les copiaría esta magnífica idea de tener una isla propia.
La "Isla de los Pincheira" no era
solamente un lugar para darse categoría y estatus social, sino que también era
un punto estratégico de control y supervisión de las rastrilladas a lo largo de
las orillas del río Chadileo, el que está cerca de laguna Urre Lauquén; desde
donde se desataban los asoladores malones en
contra de los ciudadanos honrados y trabajadores de Chile y Argentina. Para poder perpetrar estos asaltos en forma
fulminante y cruzar rápidamente la cordillera de ida y vuelta, estos reos morales
disponían y controlaban el paso cordillerano llamado Boquete de Alico, que es
un paso fronterizo localizado en la zona centro-sur de Chile (y Argentina)
cerca de un poblado chileno de nombre San Fabián de Alico; que es la capital de la comuna precordillerana de San
Fabián, en la Provincia de Ñuble, de la Región del Biobío, y con una
escasa población de alrededor de 1.400 cordilleranos habitantes. Nicanor Parra y Violeta Parra nacieron en San
Fabián de Alico.
Los últimos Estertores
Después de muchas barrabasadas y una larga y
sangrienta historia, la mayoría de los Pincheira y sus seguidores fueron
derrotados, apresados y ejecutados como los sarnosos animalejos que siempre
fueron. Estos maleantes asesinos no
fueron nada parecidos a Robin Hood, sino que fueron una pandilla ignorante de
vulgares forajidos. Los hermanos
Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira se alzaron contra las tropas
patriotas de su propio país en 1817 y durante 15 años mantuvieron una vergonzosa
guerrilla en nombre del Rey de España, una despreciable y barata excusa para disfrazar
el beneficio de sus propias y desviadas inclinaciones.
Estos malditos proscritos asaltaron, saquearon,
violaron, asesinaron, robaron, y raptaron cobardemente inocentes e indefensas mujeres a
cambio de recompensa (con el apoyo de la iglesia, ¿habré mencionado
esto anteriormente?). Cualquier
licencioso que encumbre y vanaglorie a estos criminales; es un perfecto imbécil,
un magistral e insensato cretino, y por supuesto; un traidor a la Patria.
José Antonio Pincheira fué el último maleante
de la familia quien anduvo fugado por un tiempo, y después de entregarse
cobardemente a las autoridades Chilenas y obtener una amnistía por sus delitos
(por supuesto viniendo de sucios y deshonestos políticos interesados de la
época), fué contratado como empleado en la hacienda del Presidente José Joaquín
Prieto Vial, otro individuo que nunca pudo explicar el por qué de su irresponsable
proceder; y por qué le dió asilo y protección a un ladrón asesino. Las deshonestas e indecorosas historias que
se cuentan de Joaquín Prieto, este hombre de tan alta posición y tan baja ralea
quizá sean ciertas después de todo...
(Estoy seguro de que este "mago de las finanzas" y jefe de las
Tropas Peluconas, estaba en clandestina connivencia hetaira con Joaquín
Murrieta Orozco).
Esta desgraciada bazofia humana, el último criminal
mañoso de la familia Pincheira, José Antonio; el que no fué menos culpable que
ningún otro criminal, murió viejo y siempre traidor a la Patria, rodeado de unos
hijos llenos de vergüenza, descrédito y humillación; dejando una enferma huella
y una distorsionada leyenda detrás de su pusilánime y vergonzosa vida. Los Pincheira fueron unos humanos tan
pequeños, tan pequeños como la nimia conciencia que nunca tuvieron.
¡Que jamás tengan paz en el infierno Pincheiras desgraciados!
El Loco