Dedicatoria
El 26 de Abril pasado recibí
un sucinto email de Héctor Villena compartiendo una inquietud que quería
desarrollar para recordar y celebrar los 40 Años de nuestra promoción. Me pedía algunas líneas en las que le
facilitara ayuda poética, lírica, creativa, simbólica y de toda la sinonimia
que se me pudiese ocurrir; para adosarla a la conmemoración que Héctor estaba
preparando. "Mándame unas cuantas líneas
e ideas para esta generación -no perdida- sino re-encontrada…" me
dijo cándidamente en su email, para "una generación de incisivos al viento
y con destino provisorio como los agitados años 70’".
Aquí fué donde me entró el pánico:
las palabras: poética, lírica, creativa,
simbólica no son simples palabras, sino acabados conceptos de una riqueza inmensurable.
"Yo
no soy nada de eso" – me dije a mí mismo y me quedé pensando en las
palabras de Héctor...
Después de unos dubitativos
y profundos instantes decidí que este evento necesitaba de estos conceptos, y
aunque sin tener las cualidades necesarias para describir las emociones de tan
magno evento; pero como soy loco, me decidí a abordar el papel, y también porque
ya mi pluma estaba inquieta por salirse de un tintero sin sombras.
Y entonces escribí. Escribí untando mi pluma en mis memorias garrapateándolas
sobre una límpida y blanca hoja de papel, límpida y clara como las vidas
nuestras de aquellos días. Gracias Héctor
por despertar mi inspiración y mis deseos.
A nombre de Héctor Villena y mío, les dedicamos este escrito con
indeleble cariño a nuestros Maristas del '72.
El 26 de Abril pasado recibí
un sucinto email de Héctor Villena compartiendo una inquietud que quería
desarrollar para recordar y celebrar los 40 Años de nuestra promoción. Me pedía algunas líneas en las que le
facilitara ayuda poética, lírica, creativa, simbólica y de toda la sinonimia
que se me pudiese ocurrir; para adosarla a la conmemoración que Héctor estaba
preparando. "Mándame unas cuantas líneas
e ideas para esta generación -no perdida- sino re-encontrada…" me
dijo cándidamente en su email, para "una generación de incisivos al viento
y con destino provisorio como los agitados años 70’".
Aquí fué donde me entró el pánico:
las palabras: poética, lírica, creativa,
simbólica no son simples palabras, sino acabados conceptos de una riqueza inmensurable.
"Yo
no soy nada de eso" – me dije a mí mismo y me quedé pensando en las
palabras de Héctor...
Después de unos dubitativos
y profundos instantes decidí que este evento necesitaba de estos conceptos, y
aunque sin tener las cualidades necesarias para describir las emociones de tan
magno evento; pero como soy loco, me decidí a abordar el papel, y también porque
ya mi pluma estaba inquieta por salirse de un tintero sin sombras.
Y entonces escribí. Escribí untando mi pluma en mis memorias garrapateándolas
sobre una límpida y blanca hoja de papel, límpida y clara como las vidas
nuestras de aquellos días. Gracias Héctor
por despertar mi inspiración y mis deseos.
A nombre de Héctor Villena y mío, les dedicamos este escrito con
indeleble cariño a nuestros Maristas del '72.
Promoción Maristas 1972 - 2012, 40 Años de Vida y Logros
El día 22 de Marzo de 1972 comenzaban otra
vez las clases en el Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas en
Santiago de Chile, en una mañana clara y soleada, llena de encuentros y abrazos. Una marea incontenible de sonrisas inundaba
las aún frías baldosas verdes del patio que nos recibía con nostalgia una vez
más, por última vez...
A los profesores y a los Hermanos les
faltaban manos para saludar al gentío que les rodeaba, y los alumnos nuevos
miraban alrededor con desconcierto y timidez, pero los Maristas son tan
cariñosos, que nadie se sentía excluído o extraño en esta gran Casa de
Enseñanza.
La campana que llamaba al orden estaba
silente, respetando este coloquio de reencuentro. En ese momento ninguno de nosotros nos
imaginábamos lo sacudido que ese año sería, ni los acontecimientos que éste año
nos reservaba en su cubil sin fondo; resonantes hechos que cambiarían los
destinos y el futuro; no solo del país, pero también el albur de nuestras
desenredadas, despreocupadas y promisorias vidas.
Pero cada uno de nosotros, los indelebles
caudillos de nuestra Promoción del año de 1972, llegamos a este día inicial de
clases que sería nuestro último año, uno a uno, poco a poco, inconscientemente
y a lo largo de muchos años, para
finalmente darnos cita con el destino en este minúsculo, pero tan
importante punto del planeta, en donde la historia nos escribió en sus anales
con letras y estandartes de oro. Durante
este pingüe año, nos amalgamamos para siempre en una mentalidad; en un ente singular,
magnífico y creador, en una colectividad humana de hombres excepcionales, y que
en ese día final; lejano ya, el día de nuestra graduación en el colegio Marista
de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nos precipitamos con gran ilusión a la vida
sin olvidar quienes éramos, ni como éramos.
¿Han pasado ya?, ¡y no sé cómo!, 40 años
desde ese magnífico y feliz día, ese día que fué meta, y que fué partida. Recuerdo que fuimos juntándonos de a poco
desde el Kinder, gota a gota, como las gotas de las
lluvias de la Primavera que caen limpias y brillantes desde el éter sobre la
escarpada y abrupta ladera de una gran montaña, nos juntamos poco a poco como
el polvo de las estrellas se acumula en esos inmortales sueños nuestros. Estas partículas entonces se comenzaron a
unir a otras que llegaban; y lentamente comenzamos a unirnos y a desplazarnos
imperceptiblemente al principio, bajo el amable y amante ojo vigilante de los abnegados
Hermanos Maristas, formando el origen de un pequeño y frágil manantial que
intentaba viajar hacia el lugar desconocido que nos esperaba allá abajo, en el gran valle de la
vida.
Durante nuestra jornada por las aulas, nos
fuimos puliendo paulatinamente a medida de que estrellábamos nuestras rudas e inacabadas aristas
en contra de aquellos libros y textos de estudio, mientras que nuestros
profesores y nuestros magnos educadores nos pulían magistralmente con dedicado
amor y firmeza esas aún afiladas esquinas de nuestras salvajes pero inocentes y precoces naturalezas; y así,
poco a poco, día tras día y con paciencia infinita, ellos lijaron nuestras
asperezas y alteraron nuestras alocadas direcciones, y nos moldearon con el
mismo cariño con que se moldea la arcilla de Pomaire, y agrandaron nuestro tamaño
de hombres, y no descansaron hasta que nos pusieron en el umbral de nuestros
futuros, en la plataforma de nuestros sueños, desde donde cada uno de nosotros
comenzó a inventar la heroicidad y la tenacidad con que ahora vivimos nuestras
vidas. Y somos fuertes porque no nos
hemos olvidado de que un día fuimos débiles, y porque nunca abdicamos nuestra
iniciativa.
Y los Hermanos Maristas, ¿quiénes eran
estos hombres tan extraordinarios? ¿De
dónde venían? ¿De qué estaban hechos? ¿Qué les inspiraba? ¿Qué alimentaba sus corazones
incansables? ¿Qué magnífica luz
alumbraba sus estupendos caminos? ¿Y de
qué estaban hechas sus deleitosas almas?
Españoles no eran porque los españoles de
España no eran así, nunca lo fueron; estos hombres eran españoles de Chile,
extraterrestres que nos trajeron una nueva misión y una más amplia visión, un
nuevo enfoque cosmológico, una inmaculada educación, y más que nada, una inédita
esperanza y un nuevo nivel de calidad humana.
Cada uno de ellos junto a nuestros profesores, nos impactaron de
diferentes maneras, nos regalaron esos pedacitos de naturaleza tan propia de
ellos en pequeñas pero apasionadas porciones, contribuyendo así a construír la
base de los hombres que somos hoy; palabra por palabra, lección por lección, y
que con esto nos ayudaron a zafarnos de aquel pequeño marco de "proyectos
de hombre" que éramos antes de que comenzásemos a crecer y nos colocaron
encima de un sólido pedestal, construído pacientemente y con la puntual
dedicación y desenfrenada entrega con las que sólo sus santas y dedicadas manos
podían hacerlo.
Las curtidas huestes de nuestra promoción
compartió una historia única solo para nosotros, conllevamos una semblanza humana
y espiritual común, una trayectoria continua tejida con amistad y compasión, y
todos nosotros crecimos aferrados a una ideología comulgante y cotidiana. Hoy compartimos las abundantes memorias y los
locos desafíos de nuestras jóvenes vidas, esas decisivas risas y esos
contenidos llantos, y más de una vez nos costó vivir, pero nunca nos perdimos
ni nos extraviamos, y aunque a veces erramos por duros senderos, y nos
desconcertamos en oscuras noches, y hasta aguantamos viviendo a todo poder esos
días secos de felicidad, e incluso cuando pisamos dolorosos caminos sin el
calzado apropiado, jamás nos rendimos; y la vida puede ensañarse con nosotros y
herirnos profundamente, pero nosotros no sangramos y cuando lloramos lo hacemos
sin llanto, porque un invencible Marista como los de nuestra Promoción '72,
¡nunca se rinde!
Quizá ahora ya no miremos juntos hacia el
futuro que soñábamos, y quizá a algunos de nosotros ya no les queden quimeras que
perseguir; y quizá porque ahora tampoco compartimos los días difíciles que
Santiago nos solía obsequiar en aquellos inquietos y asustados años, o quizá
sea porque ahora nos sentimos con menos energía, pero aunque hayamos
desacelerado un poco nuestras vidas, no hemos bajado la velocidad de nuestros
sueños, ni la intensidad con que deseamos, ni las ganas de vivir con que lo
hicimos antaño; y seguimos caminando sobre el agua, y continuamos siendo
invaluables para los valores que servimos, y no hay pilares más sólidos que nuestras
vidas, y aún nos cuelga indeleble ese escapulario de enseñanzas que nos
inculcaron Marcelino y sus santos Cruzados; y a la postre, no habrá huella más
profunda que la que nosotros hayamos dejado.
- ¡Chitas la payasá! ¿Quién será este viejo barbudo que me
mira? ¿Será que lo conozco? ...uhmm, debe ser uno que me conoce...
- ¡Puchacay! ¿Vos soy el Loco?
- ¡Sí p'o!
- ¡No gueí!
- ¡No p'o!
- ¡Hola loquitooo! ¡No hay cambia'o n'a p'o! ¡Yo soy Cifuentes!
- ¿El del 4° "B"?
- ¡Sí p'o!
- ¡Flaquitoooo! ¿Y como est'ay?
- ¡Bien p'o! ¿Y tú?
- ¡Bien también p'o!
- ¡Qué güeeeno!
- ¡Claro p'o, y que cont'ay?
- N'a p'o, ¿Y tú?
- N'a tampoco
- Ahaa...
- Sí p'o...
- Qué güeeeno...
Espero que en realidad tengamos más que
contarnos en este histórico reencuentro, pero ¿cómo relatarnos los últimos 40
años? ¿Qué podremos decir para resumir
una exuberante vida en un breve encuentro?
¿Qué emociones deberían salir primero de nuestros corazones? ¿Importará que ahora estemos pelados y
guatones? ¿O de que hayamos alcanzado
nuestros sueños o nó? Creo que
no... Creo que nada de esto importa
porque lo que creo que importa es nuestro reencuentro, revivir y redescubrir esas
caras ocultas entre la madura vejez, volver a sentir el preciado tesoro de esa
tibieza Marista que poseen esas cálidas manos que estrecharemos una vez más, y
disfrutar estos efímeros momentos que se aferrarán a nuestras vidas hasta el
día que éstas se apaguen con el más grande suspiro que jamás hayamos exhalado.
Estas cosas nos pasan ahora que estamos más
gastados, porque la edad empujada por el paso del tiempo nos ha erosionado esas
duras capas que cubrían nuestros corazones, almas y espíritus, las han
debilitado, ajado, y las han hecho vulnerables y quebradizas, y entonces
han podido aflorar de aquella alcuza de esencias que teníamos ocultas bajo la
piel de la juventud y de la impetuosidad; han aflorado tal como lo hace un
pollito de su cascarón; y esas cosas que han aflorado ahora tienen un lugar
preponderante un nuestras relaciones, como por ejemplo: la ternura.
Es por eso que ahora ansiamos estos
reencuentros. Ya las diferencias y los
rencores; la mayoría de ellos al menos, han tomado un lugar secundario en nuestras
vidas, y ahora podemos mirar a nuestros viejos camaradas con ojos sin tapujos;
con amistad, y con esta nueva habilidad que ahora llevamos en nuestros
corazones a la que llamamos ternura, en otras palabras, de la forma en que nos
mirábamos lo unos a los otros en aquel patio de verdes baldosas aquel día que
se quedó enredado para siempre en 1972.
Ahora con este nuevo ingrediente, les podemos echar un vistazo a
aquellos viejos aliados con los mismos sentimientos y cariño con que una vez nos
miramos en aquel viejo edificio del
Alonso de Ercilla que se vestía silencioso de un cansado amarillo. La ternura no nos hace "blandos",
sino espléndidamente magnánimos.
Espero que este enaltecedor reencuentro nuestro
nos concurra un espacio para dialogar, para desarrollar y compartir ideas, para
intercambiar experiencias y momentos felices; para mostrarnos fotos de nuestras
familias, para hablar de nuestras quimeras, de nuestros quehaceres cotidianos, o
simplemente para darnos un sincero y firme apretón de manos; sincero como las
amistades que forjamos en ese patio de baldosas verdes, y firme como nuestra
resolución de vivir, cosas que fraguamos y urdimos en aquellos lejanos años; quizá
los años más importantes y más relevantes de nuestras vidas. También espero que este reencuentro de
Titanes Maristas les inspire para que vuelvan con renovada energía y dedicación
a vuestras familias, y a vuestros lugares de trabajo; y también espero que les
abramos las generosas puertas de nuestros corazones a nuestros viejos
camaradas, con el amor y la generosidad con que nuestros Hermanos Maristas nos
las abrieron a nosotros un día allá atrás en el pasado, una acción tan simple y
tan llena de devoción, que marcó profundamente desde ese día del pasado, nuestros
días del presente.
Somos quiénes somos mi queridísima
Promoción del 1972, y somos más grandes aún que el paso del tiempo, más
poderosos que los pensamientos buenos, y seguimos más resistentes que el
pellejo de una mula porfiada; y en gran parte creo que es debido a ese
temprano, frágil y vigoroso enlace en nuestras inquietas, tempranas y enriquecedoras
vidas Maristas, valores que se han inmortalizado en nosotros, y que después de
40 estoicos años se seguirán perpetuando más allá del término del tiempo.
Hoy que el destino se ha dado maña para juntarnos una vez más aquí, quiero
hacer un sentido brindis por nosotros los sobrevivientes; por aquellos audaces
camaradas que han debido de partir en pos de los más altos sueños del alma; y
por los que aún perseveramos en esta larga jornada de vivir; para que guardemos
y atesoremos la memoria de este singular y eterno momento para siempre en nuestros
invencibles corazones.
¡Salud y Larga Vida Promoción '72!
El Loco
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