Antes de comenzar, quiero expresar una duda que me carcome en el área de la filología. La palabra “iceland” es traducida como “islandia”. Esto, en mi informada opinión, es un alogismo* completo. La traducción de la palabra “iceland” es “tierra de hielo” o “tierra glacial”. No sé de qué mente anile* o idiótica salió esta pseudo “traducción”.
Esta estulticia me recuerda una película antigua cuyo título fué traducido como “Amor sin Barreras”. El título original del filme es: “The West Side Story” cuya traducción es “La Historia del Lado Oeste”, pero alguna mente de adalpelágicas* honduras de ignorancia la tradujo en un enfermo lenguaje. Bueno, es lo que hay. ¿Qué cosas, no?
Islandia
El año pasado visité Islandia por asuntos de negocios. Es la primera vez que posé mis pies embadurnados de panzoísmo* en las negras heredades de este gélido pero hermoso país, el que está hecho de hielo y fuego. Esta no es una aventura per se, pero cada cosa que hago en este húmedo planeta termina convirtiéndose en una aventura, lo quiera, o no. Hubiese querido que este viaje fuese de placer, pero el placer sin riesgo satisface menos.
Islandia es un pequeño país insular que se baña tranquilo en el Océano Atlántico Norte. Tranquilo aparentemente porque este minúsculo país alberga más de 32 volcanes activos, y con la menor población en Europa de apenas 366,000+ habitantes. El 65% de la población vive en la hermosa ciudad capital Reykjavík.
Siempre soñé con visitar Reykjavík desde que era un imberbe proyecto de hombre. Esta ciudad me cautivó en aquellos barbilampiños días en que retozaba con un juego de mesa llamado “¿Dónde en el mundo está Carmen Sandiego?”. Este juego me llevaba a desconocidos lugares de país en país y saltando por exóticas ciudades y capitales que emboscaban mis aún límpidos y neánicos* pensamientos. Esta vez, cautivado por mis ponderaciones, me acercaba volando a Reykjavík en el vientre de un mecano-metálico ornitoid*.
Llegando a destino, pude observar una meseta tapizada de playas de arena y lava, montañas surtidas, glaciares invictos, géiseres, aguas termales y campos de lava. Los numerosos ríos glaciares competían por desembocar en las gélidas aguas del Atlántico mientras corrían raudos por entre las negras y fuliginosas tierras que horadaban en su paso. Islandia es fría, pero la Corriente del Golfo mantiene un clima templado, a pesar de su cercanía al Círculo Polar Ártico.
En Reykjavík, las temperaturas invernales fluctúan pero mantienen un promedio de 1-2° Celsius y alrededor de 12° Celsius en Verano. En inviernos crudos, la temperatura en la capital puede descender hasta -10° Celsius ¡y subir infernalmente hasta 10° Celsius! En verano, las bajas llegan hasta 7 Celsius y llegan a subir hasta 25° Celsius; así que no se queje.
De acuerdo con los secretos inscritos en un antiguo manuscrito medieval detallado Landnámabók, el asentamiento de Islandia comenzó en el año 874 de la Era Común cuando el jefe noruego Ingólfr Arnarson --el líder de su clan-- se convirtió en el primer residente permanente de la isla. De acuerdo con la historia, durante los siglos siguientes, mayormente noruegos y en menor medida otros escandinavos emigraron a Islandia, trayendo consigo esclavos y servidumbre de origen gaélico, es decir, irlandeses y escoceses.
Antes de realizar este viaje, ví una espeluznante serie de televisión llamada Katla. Esta serie se desarrolla en Islandia. Según el folklore Islándico, hacia el final del año posterior después de que el volcán Katla eruptara, solo unos pocos habitantes permanecían en la vecina ciudad de Vík, los que decidieron combatir las irrespirables cenizas volcánicas que reinaban en la atmósfera del lugar.
Según la serie y la leyenda, de improviso y de la nada; en Vík apareció una mujer completamente embadurnada en cenizas la que anteriormente había desaparecido misteriosamente del lugar alrededor de unos 20 años atrás. Esto ya era espantoso, pero a medida que el tiempo pasaba, más personas cubiertas de ceniza comenzaron a surgir, las que habían fenecido o desvanecido muchos años atrás. Las personas vivientes que conocieron a estas otras apareciendo del pasado, estaban perplejas.
Estas apariciones revivieron la leyenda de los “changelins”. Un changeling, también conocido históricamente como “auf”, es una criatura parecida a un humano que se encuentra en el folclore y la religión popular en toda Europa. Se afirmaba que un changeling era un hada madrina que había sido trocada por un humano escamoteado por las hadas. Algo así como el “Trauco” chileno, pero sin culiarse a nadie. ¿Qué cosas, no?
Mientras esto ocurría en el cuento, un volcanólogo de Reykjavík localiza los remanentes de un enigmático meteorito soterrado en el glaciar, pero paralelamente se encuentra lidiando con las violentas emociones derogadas de la repentina reaparición de su hijo muerto. Si a esta altura no se le ha parado por lo menos un pelo de la nuca, o ya salió “apretando cachete” (un chilenismo para arrancar), usted debe ser más valiente que la mujer del “chupacabras”.
Bueno, sigamos con mi aventura. Gravitado por estas memorias y mi incipiente curiosidad, decidí visitar el volcán Katla una vez que llegué a Reykjavik. El volcán está situado debajo del glaciar Mýrdalsjökull, el que alberga a Katla que es uno de los volcanes más grandes y activos de Islandia. Está situado muy próximo a Vík, por lo que puedo deducir claramente que los “Víkianos” están completamente locos por vivir ahí.
Se ha registrado que Katla produce una erupción cada 40 u 80 años, pero ya han pasado más de 100 años desde la última vez que se enojó y escupió toneladas de ceniza al éter. Entonces, visitar este volcán tenía una atracción mórbida ya que podría entrar en erupción en cualquier momento, lo que ponía una quisquillosa urgencia y un álgido temor bajo la piel.
Bueno, basta de historia y dejemos que mis plantas cuenten donde dejé mi pelmatograma* forzada por mi disania*.
La llegada
La primera noche después de llegar nos acomodarnos en un hotel de la cadena “Icelandair”, el que se encuentra frente a una rada que alberga un pequeño astillero donde la única embarcación de la Guardia Costera islándica estaba siendo reparada. Esa noche salimos a patrullar los alrededores de esta tranquila ciudad y nos fuimos a comer a un restaurant de la zona.
Entre otros bocadillos, quería probar el Hákarl. El Hákarl, según la tradición, es un plato nacional de Islandia que consiste en un tiburón de Groenlandia que es más feo que mi suegra, y que ha sido curado o curtido con un proceso sibilino de fermentación y colgado en bodegas para que se seque durante cuatro o cinco meses. El Hákarl tiene un enérgico olor a amoníaco que la nariz inmediatamente lo acusa y por supuesto, huele a pescado.
La leyenda dice que el Hákarl se curte y adoba con orina. Los primeros habitantes no tenían la colección McCormick o algún tipo de Tabasco para prepararlos, así que usaban su herramienta para adobarlo, y después lo enterraban o lo colgaban para que la urea, el ácido úrico y la creatinina hiciesen su trabajo durante los siguientes meses.
En el restaurante nos aseguraron que el tiburón que nos preparábamos a comer, no lo había meado nadie y que su preparación antigua es solo parte de la leyenda. También nos preguntaron si habíamos comido Hákarl antes. La respuesta unánime fué: ¡nó! No había ningún chileno malandre en nuestro grupo, así que nadie respondió: ¡ni cagando!
La hermosa mesera volvió unos momentos después trayéndonos unas bolsas misteriosas las que nos las entregó a cada uno. ¿Para qué son las bolsas? –pregunté--. –Para que vomiten si lo necesitan. Este es un sabor adquirido —agregó la bella vikinga yéndose a ordenar nuestro pedido con un vaivén de caderas que me dejó marcando ocupado. ¡Fjárans! – exclamé--. Ésta es la única palabra que sé en islándico y significa: ¡maldita sea!
El tiburón muerto supo delicioso, pero algunos estómagos de los comensales no lo resistieron. Las bolsitas probaron ser prácticas.
La excursión
Dos días después iniciamos nuestra excursión al volcán. El llegar al volcán Katla es una misión un poco peliaguda y apta solo para aquellos que no se les hiele la pajarilla (por si no lo sabía, la “pajarilla” es una expresión para identificar el Bazo). Hay un par de maneras de llegar al volcán, pero esto requiere una seria planificación y la necesaria asistencia de un guía. Según lo que ví en la película, no quieres ir solo a conquistar Katla. Está lejos de Reikiavik y en un lugar abditivo*. Además de esconderse bajo de un grueso manto de hielo y nieve, también está enclaustrado en terrenos bastante elevados. Lo astuto es visitar Katla en Verano. ¿Sabe lo que es una chaqueta de Verano? Aquella que está abierta atrás al medio (chaqueta de ver-ano). ¿Qué cosas, no?
La jornada hacia Katla toma unas tres horas sin mucho apuro. Si necesita hacer un alto para echar la corta, pues el viaje durara más. Desde Reikiavik, el largo camino descansa sus curvas a lo largo de la costa Sur y es la Þjóðvegur 1 (o ruta 1). Ésta es una carretera nacional en Islandia que circunscribe esta gran isla. Como ruta troncal principal, se considera la pieza de infraestructura de transporte más importante de Islandia ya que conecta la mayoría de las ciudades en las áreas más densamente pobladas del país. Es como la Carretera Austral de Chile, pero sin hoyos, ni araucanos, ni Mapuches soberbios, ni giles con casco y banderita.
Esta circumbirúndica* ruta me llevó a través de las coquetas ciudades de Hveragerði, Selfoss, Hella, Hvolsvöllur y finalmente a Vík, la ciudad más cercana al volcán. Desde allí, tomamos un camino pedregoso y alfombrado de arena de lava el que nos depositó al borde del glaciar. Mis compañeros de viaje, al igual que yo; estábamos más impresionados por el tipo de vehículo en el que nos transportábamos desde Vík, que por el viaje mismo.
Hicimos la jornada montados en un impresionante vehículo de domesticación de glaciares (Glacier-Taming Bus) llamado Sleipnir. La compañía de turismo bautizó al vehículo en honor al corcel de ocho patas del dios Odín de la mitología nórdica, cuyo nombre es Sleipnir. El nombre es tan circumbirúndico como el vehículo mismo. Esta bestia mecánica tiene ocho ciclópeos neumáticos con los que puede salvar anchurosos intersticios y grietas de casi tres metros de longitud.
Sleipnir se desplazaba por el hielo y la nieve cadenciosamente al compás del ronroneo de su poderoso motor, el que sonaba como rugido de león resfriado. Había hielo y nieve por doquier y hasta donde se perdía la vista. Un incandescente sol, el aire puro con un leve sabor a sulfuro, y las animadas conversaciones de los turistas provenientes de todo el planeta hizo el viaje entretenido y corto. Yo miraba el paisaje pensando en las caderas de nuestra mesera, las que me recordaban a la Juana.
Katla
Finalmente arribamos a las faldas de la durmiente pero inquieta Katla. El resto de la jornada fué a pié. Caminar en un suelo negro y terroso como las conciencias de abogados deshonestos, políticos mentirosos, y frailes degenerados no es fácil. El helado viento nos recuerda de dónde estábamos en el planeta. Hacía frío ese día y aunque el sol sonreía benévolamente, el viento murmuraba inconmovible su tajante y puntiaguda gelidez.
Íbamos bien aperados para la excursión a pié. Ropa apropiada para temperaturas sub-cero, botas de montaña, calcetines gruesos, pantalones impermeables encima de los otros pantalones, chaqueta gruesa de gutapercha de montaña. Algunos llevaban una bolsita adicional con botanas surtidas. Comenzamos la ascensión al porche de la cueva de hielo que nos llevaría a Katla. Yo estaba excitado. A pesar de mi edad, sensaciones juveniles estremecían mi existencia.
Mientras caminaba silencioso, pensaba en una erupción. ¿Cómo saber si Katla estaba esperándome para eruptar? ¿Cómo saber si Katla quería sorprenderme? Porque con la suerte que tengo, me pasan cosas inverosímiles. Pero a pesar de mis temores, me refugiaba mentalmente en mi experiencia con temblores y terremotos surtidos que Chile me enseñó durante mi precoz vida en esa temblante y convulsiva tierra. Por otro lado, sé que nadie escapa de las garras de la muerte. ¿Qué cosas, no?
Pensaba en esto
porque Katla está conectada con el volcán Eyjafjallajökull, el que entró en
erupción solo hace unos años en 2010. Esta
erupción interrumpió todo el tráfico aéreo en Europa, y provocó grandes cambios climáticos en el
planeta. Sí, también estaba temeroso de una erupción
a mansalva, pero para poder disfrutar el viaje, decidí enterrar mis temores en
mi cerebro; allá debajo de la glándula pituitaria.
Me dí cuenta de que había llegado a Mýrdalsjökull cuando el sinuoso y áspero camino de nieve abruptamente terminó, y desveló un paisaje panorámico de las montañas que nos rodeaban. A este punto, hicimos una pausa para aperarnos con un completo juego de pertrechos de seguridad que nos proporcionó el guía para la caminata que seguía. Esta sería una caminata resbalosa sobre el glaciar que esgrimía su hielo sin circunspecciones.
Esto tomó un tiempo más porque las mujeres no se decidían cómo ponerse el casco para no arruinar sus peinados. Mientras ellas debatían el asuntito del casco, yo me coloqué los trampones para no resbalarme en el hielo, y aseguré mi linterna a mi cinto. Este fanal del siglo XX me ayudaría a pilotar a través de los obscurecidos meandros en las tripas del glaciar.
Estuvimos alrededor de una hora y media en el glaciar, descubriendo paisajes y escenarios rimbombantes, y la visita a dos cavernas de hielo de lo más circumbirúndicas. Estas cavernas son únicas ya que cada año se derriten y se reconstruyen al capricho de la naturaleza. Nunca verá la misma caverna dos veces.
Finalmente arribamos a lo que yo había soñado: la cueva de hielo de Katla. Al llegar estaba más nervioso que una monja con atraso. El hielo de Katla ha conservado cenizas milenarias de sus pasadas erupciones, atrapándolas en su sereno hielo con su garra de frígida eternidad. En su afán por capturar estas antiguas cenizas, Katla ha tapizado magníficos lienzos de arte con coloridas estrías de negro, blanco y azul marino en sus sólidos y fríos muros. Esta cueva me recordó otra aventura hacia lo desconocido que tuve en el pantano maldito.
Una vez terminada nuestra exploración, regresamos al corcel de Odín y comenzamos lánguidamente el largo camino de regreso a Reykjavík. Antes de regresar a la ciudad, nos desviamos para hacer una parada en la “Laguna Azul”. Por más que miré y busqué, no pude ver a Brooke Shields. Decepcionado, dejé escapar un lánguido y sentido suspiro…
Este viaje dejó eidéticas memorias colgadas en las paredes de los recónditos rincones de mi mente. Regresaré a Islandia por lo menos una vez más para revivir estos gélidos e idílicos paisajes, y para visitar otra vez a mi nuevo amigo: Katla.
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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Abditivo – Remoto, secreto, oculto
Alogismo - Declaración ilógica
Anile - Imbécil; senil; como una mujer muy vieja
Circumbirúndico – Este término
diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es
usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente
desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los
inuendos del significado de las palabras: asombroso, secreto, misterioso,
inexplicable y prodigioso. Así que cuando usted quiera expresar su
admiración por algo, o por algún asunto que confine el significado conceptual
de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico
vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".
Disania - tener dificultades
para despertarse por la mañana
Eidetica – Memoria eidética - es la
capacidad de recuperar una imagen de la memoria con alta precisión durante un
breve período después de verla solo una vez y sin usar un dispositivo mnemotécnico.
Hadal -
De más de 6.000 metros de profundidad
Hadalpelágico(a) -
La zona hadal llamada así por el dios griego Hades, el dios del Inframundo,
también conocida como zona hadopelágica y zona de fosas, es la delineación de
las fosas más profundas del océano. Esta
zona se encuentra desde una profundidad de alrededor de 6.000 metros (20.000
pies) hasta el fondo del océano. La zona
hadal tiene baja población y diversidad de vida marina. En el fondo de estas fosas marinas están las
mentes que traducen ciertas palabras.
¿Qué cosas, no?
Neánico – De, similar o perteneciente al período adolescente;
joven
Ornitoid – Pajaril, de pájaro
Panzoísmo – Creencia de que los
humanos y los animales comparten la energía vital de la vida
Pelmatograma (del
griego pelma, -atos, planta de los pies, y gramma,
registro) es una impresión de la huella plantar usado en la ciencia
médica y criminalística.
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Post
scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis
traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo
a: rguajardo@rguajardo.us.
Caveat: Mis opiniones pueden resultarle
ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente
irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin
límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden
intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido. Gracias.
El Loco