Carta a un amigo

Mi muy apreciado amigo,

Leí el reporte basto y de pacotilla que me has enviado. No sé de qué hoyo hediondo salen esta clase de fantasmas… Te escribo esta misiva porque después de leer ese triste panfleto sin humanidad ni decencia, me ha quedado un sabor que me ha biliado la boca, y me ha dejado un pútrido vértigo ajeno en el alma. Sí, el otro día leí detenidamente ese libelo de mal gusto, de una pobreza literaria abismante, y de una complacencia egoísta y personal tan grande como el ciclópeo ego de su engendrador, un tal Arturo Pérez-Reverte. Debo decirte de que comparto plenamente tu honesta opinión acerca de este ignorante panegírico.

No sé si este dominguillo lee lo que escribe, porque si lo hace, debería patearse los huevos con zapatos de alpinista. Este duende mental hace gala de tener souvenirs como: "el casco de un soldado serbio muerto en Vukovar". Se habrá detenido por un par de maduros segundos este lémur a considerar la posibilidad de que quizá el Soldado muerto al que se refiera tan mesiánicamente era un buen hombre de familia, y que quizá ni siquiera estaba interesado en la guerra, que tal vez tenía esposa e hijos, acaso hijas hermosas a las que nunca pudo decirles adiós. Quién sabe si este Soldado todavía tenía su madre la que aún debe estar sollozando desconsoladamente la terrible injusticia que arrastra la muerte de un fruto de sus entrañas…

Lo mismo podría decirse del casco del soldado iraquí que asesinaron en Kuwait. Habla del "suyo", ese gorrito de payaso hecho de kevlar que compró en Bosnia, que a diferencia de los otros, no está matizado con valentía, con honor, con patriotismo, con gloria, con probidad, con la sangre de los ideales de los caídos en combate, ni con el convencimiento que les llevó a morir por sus ilusiones, aunque estas sean válidas para nosotros o nó; en cambio, esta triste y patética cofiecita de kevlar suya está untada con arrogancia, saturada con engreimiento, embadurnada con el egolatrismo propio de un crónico mesiánico desinformado, que tiene la desfachatez moral de hablar tan sueltamente acerca de honorables objetos, los que atesoran más valor que su propia y liviana existencia.

Estos objetos no son souvenirs amigo mío, ¡no señor!, estos artículos son un homenaje a la hombría, a la honradez, y al sacrificio, y no son dignos ni merecedores de los irresponsables y mediocres comentarios de semejante comisionista. Es fácil, cómodo, y ciertamente cobarde para este capón el alardear de estar sacando fotos en la retaguardia mientras se está parapetado detrás de los escudos humanos que conforman otros soldados. Es diferente el esgrimir un arma de muerte en el frente de batalla, y mirar al enemigo a la cara y en los ojos, quizá esto por última vez. Esto sí que yo lo sé señor, ¡sí señor!, esto sí que yo lo sé muy bien. Y este trivial mequetrefe se atreve a comparar estos sagrados artículos con una vulgar botella de un vino indocumentado y aprendiz.

Esta ayunada hernia moral va todavía más allá del respeto, va a mezclar esta lóbregas memorias con las libertinas correrías que comparte con sus licenciosos e inmorales amigotes (dime con quién andas, y te diré quién eres), quienes se codean con módicas rameras "bien informadas" con una familiaridad que habla manifiestamente de sus viles y desventurados linajes, y estoy seguro de que él y estos también se codean con aquellas otras putitas no tan informadas y quizá un poco mas caras; y esto mientras se "mojaba" con el tinto de Montenegro. ¡Qué galán! ¡Qué gentilhombre! ¡Qué Quijote! ¡Qué deferencia tan gráfica a Montenegro, ¿uh?!

De verdad su madre debe estar muy orgullosa de él.

Con respecto al oportunista y desleal comentario a sus colegas: "los aparatosos sobornos de los gringos de la CNN"; debe de saber este badulaque ignorante y tonto - sí, tonto- de que para reconocer a un sobornador, hay que ser uno. Los sobornos de este pelele intelectual no pueden manejarse con dinero porque probablemente es un muerto de hambre ya que en su "profesionalismo" trueca en las bases de "hoy por tí, mañana por mí". Creo que el superficial y endeble magín de este pseudo Macacus Rhesus se ha quedado enredada sin esperanza en el amplio mar de los sargazos antisociales.

Me pongo de hinojos y me saco el sombrero con humilde y sincero respeto por todos aquellos que llevan honrosamente sus cascos en defensa de sus ideales y de su patria, sean estas ilusiones erróneas o nó, y me opongo con todas las fuerzas de mi existir a ofender a los caídos en batalla, enemigos y compatriotas, porque cada uno de éstos guerreros ha mostrado su valentía, y ha postrado su vida sin vacilaciones para respaldarla; y porque estos heroicos adalides están tan lejos, pero tan lejos de los ingratos traidores que esgrimen tan sucias plumas. Bien merecida tiene este Pérez-Reverte su torpe "Patente de Bucanero Inmoral".

En cuanto a la botella del vino aquel de Montenegro, vacía o nó; pues que Míster Pérez-Reverte se la meta por el culo.

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