Mensaje de Navidad para la Comunidad Marista

A pesar de que quizá es un poco temprano para este mensaje, Navidad no está tan lejos y estará aquí en un abrir y cerrar de ojos. Este es un mensaje de amistad y cariño para nuestra noble y numerosa comunidad Marista en este minúsculo planeta, pero está dirigida en especial a la comunidad Marista Chilena, y a la homérica progenie del año 1972, infanta del glorioso Instituto Alonzo de Ercilla, que ha estado asentado en el Santiago del Nuevo Extremo, ciudad fundada en honor al Apóstol Santiago, santo patrono de España y Olé!

La época de Navidad siempre ha sido una temporada maravillosa y llena de esperanza para nuestras familias y para nuestros amigos, y es el momento acaso más apropiado del año para reflexionar acerca de nuestro pasado inmediato, y para renovar nuestras convicciones y esperanzas para el futuro, ya que nuestras vidas están siendo siempre modeladas por nuestro pasado, el que construímos inexorablemente día a día.

Muchos de nosotros nos pasamos la vida en un ostracismo empujado por nuestras realidades cotidianas, por nuestras experiencias personales, por estos aprendizajes negativos y positivos que tienen un impacto dramático sobre el cómo nos relacionamos con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo y otros con quiénes tenemos alguna relación.

Ocasionalmente, algunas de estas experiencias negativas del pasado tienen un impacto calamitoso sobre quiénes somos hoy. Déjeme darle un ejemplo personal. Cuando era un inocente niño de unos nueve años mas o menos (borren esas sonrisas sarcásticas de sus caras, yo era inocente en ese entonces!), y porque tenia una visión del mundo un poco diferente que la de los demás, me tildaron de loco, y eso nunca cambió. Hoy, sigo igual de loco pero mas peligroso porque tengo capacidad de deducción, y no me importa el tilde porque soy feliz así, y no lo cambiaria por nada del mundo.

Así como nos sumergimos, voluntariamente o no en la temporada de regalar, les quiero azuzar e instigar profundamente a considerar el darse ustedes mismos el regalo del perdón, al bienaventurado y Marcelino estilo Marista, y liberar ese espíritu que vuestros corazones encierran, y dejarle zangolotear libre otra vez, merodear por esos mundos de ilusión, loco, como yo.

Al menos por esta Navidad, no se conviertan en Ebenezer Scrooge y no jodan las celebraciones. Salgan a la calle vestidos con su mejor sonrisa y transfiéranle vuestro espíritu navideño a otros menos afortunados que nosotros. Empápense con cantidades masivas de advenimiento, y absorban hasta saturarse completamente de ese efervescente Espíritu Navideño que estará omnipresente en todos lados e inundándolo todo, porque se les pegará en el espíritu como miel, y se quedará ahí pegado en vuestros corazones casi, casi hasta la próxima navidad.

Les deseo sinceramente a ustedes y a quién quiera que ocupe un lugar (de cualquier tamaño) en vuestros frondosos y generosos corazones, una muy Feliz Navidad y un año próximo próspero lleno de bonanza, de salud, de fortuna, y de felicidad. También deseo que por lo menos uno de vuestros sueños de la Navidad pasada se les haga realidad antes esta que viene. Corran rápido y con energía porque para alcanzar vuestros sueños, ustedes tienen que correr más rápido que ellos, así que ¡apúrense!

Empéñense en estas Navidades, aunque sea por la duración de ellas, en ser un niño en el corazón, un soñador en la vida, no maduren completamente por favor, perdonen mucho a muchos, sonríanle a todos y a cada uno, no sólo paren a oler las rosas, pero paren con frecuencia a oler todas las otras flores, sean honestos con ustedes mismos, esfuércense por progresar, hagan vuestro espíritu lucir brillante y orgulloso, alimenten a un niño hambriento por lo menos una vez, ayuden a una viejita a cruzar la calle aunque ella no quiera, rían ¡Ho!, ¡Ho!, ¡Ho! por doquiera y olvídense de lo que los idiotas puedan pensar de ustedes, dejen que vuestra imaginación vuele desinhibida y sin domar, llamen a un ser querido alguna vez aunque sea para decir ¡hola!, visiten a sus madres de vez en cuando, y tómense un tiempo cortito para poner una fresca y hermosa flor en el solitario sepulcro de vuestros abuelos.

Recuerden a sus buenos amigos porque hay amigos, y hay buenos amigos. Ustedes necesitan saber la diferencia. Un amigo les ayudará a mover muebles pesados, un buen amigo les ayudará a mover un cadáver. Y si se acuerdan de recordar, y tienen un poco de tiempo extra, miren cuidadosa y profundamente en su munificente corazón, y ofrézcanle una mano amiga alguien que ustedes no conocen, a quién quizá pudiese necesitar a un amigo solo es esta oportunidad, como lo aprendimos hace tanto tiempo atrás en los Maristas de pantalones cortos.

Cuando terminen con todo esto, deténganse por un momento taciturno y miren al cielo inmensurable, lejos allá arriba, más allá del límite de la vista. El cielo está siempre muy obscuro en el éter, pero si ustedes miran derecho hacia arriba cuidadosamente, verán una estrella celestial brillante, muy brillante. Si no observan cuidadosamente, no podrán verla, sin embargo les puedo asegurar que es la estrella más grande y la más fúlgida de todas. No estoy seguro sobre el nombre de esta fuente de luz de gran alcance, pero leí alguna vez cuando joven que alguien la llamó J.C. Superestrella!

Levemente a la derecha de este resplandor cósmico, ustedes distinguirán vuestros cándidos e inmortales sueños de sempiterno alcance y esperanzas inconmovibles junto a la noche silenciosa, la Noche Buena, esperando pacientemente en el medio de los cielos que ustedes traten de alcanzarles. ¿Bueno? ¡Comiencen a correr! ¿Qué están esperando?

Les he escrito este saludo navideño cargado de mis mejores deseos y mi insondable cariño por nuestros Maristas, lo he escrito confortablemente refugiado, desde el centro exacto del corazón de mi amada familia.

¡Feliz Navidad Maristas!

El Loco
Rodrigo A. Guajardo
Orgulloso Miembro De la Heroica e Indomable Promoción 1972

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